Las mujeres amamos como hace siglos, cuando se creía que el Sol era el centro del Universo y había solo 9 planetas girando alrededor. Cegadas por esta visión heliocéntrica de Copérnico, creemos que el amor supremo está en un hombre, el Sol, creyendo que es único y gigantesco, fuente de vida, calor y felicidad, y por eso lo adoramos como a un Dios. Sin embargo, ahora podemos ver mejor: gracias a
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