Conocí en París a una mujer colombiana a la que su marido le dejó por otra, y no daba el permiso para que ella pudiera regresar a su país con la niña. Estaba condenada a vivir en un país extranjero, sin su red familiar, y no lograba convalidar su título de abogada. El marido le declaró la guerra y su vida se convirtió en un infierno, y aún faltaban siete años para que su niña se hiciera mayor de
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