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#25N Jornadas en Islas Canarias (España)

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El Instituto Canario de Igualdad organizó las Jornadas Deconstrucción del Amor Romántico como prevención de la violencia de género en el marco del 25N, en Gran Canaria el día 15 y en Tenerife el día 17 de Noviembre. 



Compartí cartel con la Directora del Instituto, Elena Máñez, con Kika Fumero, educadora y autora del blog Diversidad y Coeducación, María Martín Barranco, la autora de Especialista en Igualdad, y con Ana Hardisson, feminista y escritora.

Fueron unos días muy intensos en los que pudimos reflexionar colectivamente acerca de los mitos románticos, la dependencia emocional, y las herramientas que necesitamos para la construcción de relaciones igualitarias y sanas. La acogida del publico fue impresionante, pues tuvimos lleno total en las dos actividades, y nos quedamos todas y todos con ganas de más: educadoras, psicólogas, trabajadoras sociales, comunicadoras, etc. manifestaron la necesidad de seguir hablando y reflexionando en torno a las emociones y los sentimientos: necesitamos herramientas para acabar con la violencia, aprender a gestionar las emociones y para construir relaciones más bonitas y sanas. 

Y el mensaje que lanzamos fue sumamente positivo: podemos deconstruir el romanticismo patriarcal, podemos acabar con la violencia, podemos crear colectivamente una ética amatoria que nos sirva para trabajar por la Igualdad y por el Amor del bueno, basado en el respeto, la libertad y el cariño.





















Conferencia en Honduras

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He aprendido mucho en estos meses de trabajo como miembra del Jurado del Premio Nacional de Comunicación por la Igualdad y Contra la Violencia de Género sobre la realidad de las mujeres centroamericanas, y aunque ha sido duro, la ceremonia de anoche fue tan linda y con tantas buenas energías, que se me han vuelto a subir los ánimos pensando que todo este trabajo del feminismo transnacional está sirviendo. En noches así siento que poco a poco estamos avanzando, que hay mucha gente con ganas de transformar el mundo... La entrega de premios fue muy emocionante, porque hubo de todo: canciones, poemas, premios, aplausos, discursos, besos, agradecimientos, y mensajes positivos sobre el amor, la libertad, la paz, la diversidad y la igualdad. 






Me comí anoche a besos a las hondureñas de la Tribuna de Mujeres y a las compañeras de Oxfam Intermón, gente cálida, cariñosa, luchadora y valiente que trabaja por la igualdad y la paz en uno de los países más violentos del mundo. 


Aún estoy impregnada de sororidad por todos los poros de la piel, feliz de ver la sonrisa de las premiadas y sus familiares, y sintiéndome afortunada por ser tratada por todas como una compañera, y por haber podido aportar mi granito de arena a la Campaña Contra los Femicidios en Honduras.





























Lo romántico es político, y el sistema no funciona.

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Artículo publicado originalmente en Revista Pikara:
http://www.pikaramagazine.com/2014/02/lo-romantico-es-politico/


Amamos patriarcalmente. Amamos democráticamente. Amamos como los capitalistas: con el ansia voraz de poseer al objeto de amor, con el ansia brutal del que colecciona piezas de caza. Nos conquistamos, nos endulzamos, nos fusionamos, nos separamos, nos destruimos mutuamente… nuestra forma de amar está impregnada de ideología, como cualquier fenómeno social y cultural.

El amor romántico que heredamos de la burguesía del siglo XIX está basado en los patrones del individualismo más atroz: que nos machaquen con la idea de que debemos unirnos de dos en dos no es casual. Bajo la filosofía del “sálvese quién pueda”, el romanticismo patriarcal se perpetúa en los cuentos que nos cuentan en diferentes soportes (cine, televisión, revistas, etc.).

A través de los cuentos que nos cuentan, asumimos los mitos, los estereotipos, los ritos y los roles de género tradicionales, y mientras consumimos ideología hegemónica, nos entretenemos y nos evadimos de una realidad que no nos gusta. Consumiendo estos productos románticos aprendemos a soñar con una utopía emocional posmoderna que nos promete la salvación eterna y la felicidad conyugal. Pero solo para mí y para ti, los demás que se busquen la vida.

Frente a las utopías religiosas o las utopías sociales y políticas, el amor romántico nos ofrece una solución individualizada, y nos mantiene distraídas soñando con finales felices.  El romanticismo sirve para que adoptemos un estilo de vida muy concreto, para que nos centremos en la búsqueda de pareja, para que nos reproduzcamos, para que sigamos con la tradición y para que todo siga como está.

El romanticismo patriarcal sirve para que todo siga como está. Unos disfrutando de sus privilegios de género, y las otras sometiéndose a los pequeños reyes absolutos que gobiernan en sus hogares. Sirve, también, para ayudarnos a aliviar un día horrible, para llevarnos a otros mundos más bonitos, para sufrir y ser felices con las historias idealizadas de otros, para olvidarnos de la realidad dura y gris de la cotidianidad. Sirve para que, sobre todo las mujeres, empleemos cantidades ingentes de recursos económicos, de tiempo y de energía, en encontrar a nuestra media naranja. Ante el fracaso, deseamos que todo cambie cuando encontremos al amor ideal que nos adore y nos acompañe en la dura batalla diaria de la vida.

Cada oveja rumiando su pena con su pareja.

Estamos rodeadas de afectos en nuestra vida, pero si no tenemos pareja decimos que “estamos solas”. Las que tienen pareja aseguran que la soledad que sienten en compañía es mucho peor. Muchas mujeres siguen creyendo que la pareja amorosa es la solución a su precariedad, a su vulnerabilidad, a sus problemas personales. Las industrias culturales y las inmobiliarias nos venden paraísos románticos para que busquemos pareja y nos encerremos en hogares felices, entornos de seguridad y aburrimiento que pueden llegar a convertirse en infiernos conyugales.


Las parejas de hoy en día siguen siendo profundamente desiguales, desequilibradas, jerárquicas, y casi todas practican la división de roles: heteros, lesbianas, bisexuales, gays… el amor es el reducto final en el que se ancla el patriarcado. El individualismo del romanticismo patriarcal nos sume en ensoñaciones románticas mientras nos quitan derechos y libertades… todavía una gran parte de la población permanece adormilada, protestando en sus casas, soñando con El Salvador o el Príncipe Azul.

Los medios de comunicación tradicionales jamás promueven el amor colectivo si no es para vendernos unas olimpiadas o un seguro de vida. Si todos nos quisiésemos mucho el sistema se tambalearía, pues está basado en la acumulación egoísta de bienes y recursos y no su gestión colectiva y solidaria. Por ello es que se prefiere que nos juntemos de dos en dos, no de veinte en veinte: es más fácil controlar a dos que a grupos de gente que se quiere.

El problema del amor romántico es que lo tratamos como si fuera un tema personal: si te enamoras y sufres, si pierdes al amado o amada, si no te llena tu relación, si eres infeliz, si te aburres, si aguantas desprecios y humillaciones por amor, es tu problema. Igual es que tienes mala suerte o que no eliges a los compañeros o compañeras adecuadas, te dicen.

Pero el problema no es individual, es colectivo: son muchas las personas que sufren porque sus expectativas no se adecúan a lo que habían soñado. O porque temen quedarse solas, porque  necesiten un marido o una esposa, o porque se decepcionan cuando comprueban que el romántico no es eterno, ni es perfecto, ni es la solución a todos nuestros problemas.

Lo personal es político, y nuestro romanticismo es patriarcal, aunque no queramos hablar de ello en los foros y asambleas.  También la gente de izquierdas y los feminismos seguimos anclados en viejos patrones de los que nos es muy difícil desprendernos. Elaboramos muchos discursos en torno a la libertad, la generosidad, la igualdad, los derechos, la autonomía… pero en la cama, en la casa, y en nuestra vida cotidiana no resulta tan fácil repartir igualitariamente las tareas domésticas, gestionar los celos, asumir separaciones, gestionar los miedos, comunicarse con sinceridad, expresar los sentimientos sin dejarse arrastrar por la ira o el dolor…

No nos enseñan a gestionar sentimientos en las escuelas, pero sí nos bombardean con patrones emocionales repetitivos y nos seducen para que imaginemos el amor a través de una pareja heterosexual de solo dos miembros con roles muy diferenciados, adultos y en edad reproductiva. Este modelo no solo es patriarcal, también es capitalista: Barbie y Ken, Angelina Jolie y Brad Pitt, Javier Bardem y Penélope Cruz, Letizia y Felipe… son parejas exitosas mitificadas por la prensa del corazón para que las tomemos como modelo a seguir. Es fácil entender, entonces, porqué damos más importancia a la búsqueda de nuestro paraíso romántico que a la de soluciones colectivas.
Para transformar o mejorar el mundo que habitamos hay que tratar políticamente el tema del amor, reflexionar sobre su dimensión subversiva cuando es colectivo, y su función como mecanismo de control de masas cuando se limita al mundo del romanticismo idealizado, heterocentrado y heterosexista.


Si me pongo romántica queer, me da por pensar que el amor de verdad podría destruir patriarcado y capitalismo juntos. Las redes de solidaridad podrían acabar con las desigualdades y las jerarquías, con el individualismo consumista y con los miedos colectivos a los “otros” (los raros, las marginadas, los inmigrantes, las presidarias, los transexuales, las prostitutas, los mendigos, las extranjeras). Para poder crear estas redes de amor tenemos que hablar mucho y trabajar mucho: queda todo el camino por hacer.
Tenemos que hablar de cómo podemos aprender a querernos mejor, a llevarnos bien, a crear relaciones bonitas, a extender el cariño hacia la gente y no centrarlo todo en una sola persona. Es hora de que empecemos a hablar de amor, de emociones y de sentimientos en   espacios en los que ha sido un tema ignorado o invisibilizado: en las universidades, en los congresos, en las asambleas de los movimientos sociales, las asociaciones vecinales, los sindicatos y los partidos políticos, en las calles y en los foros cibernéticos, las comunidades físicas y virtuales.
Hay que deconstruir y repensar el amor para poder crear relaciones más igualitarias y diversas.



Es necesario despatriarcalizar el amor, eliminar las jerarquías afectivas, desmitificar finales felices, volverlo a inventar, acabar con los estereotipos tradicionales, contarnos otras historias con otros modelos, construir relaciones diversas basadas en el buen trato, el cariño y la libertad.  Es necesario proponer otros “finales felices” y expandir el concepto de “amor”, hoy restringido para los que se organizan de dos en dos.
Ahora más que nunca, necesitamos ayudarnos, trabajar unidos por mejorar nuestras condiciones de vida y luchar por los derechos humanos para todos. Para acabar con la desigualdad, las fobias sociales, los odios y las soledades, necesitamos más generosidad, más comunicación, más trabajo en equipo, más redes de ayuda. Solo a través del amor colectivo es como podremos articular políticamente el cambio.
Confiando en la gente, interaccionando en las calles, tejiendo redes de solidaridad y cooperación, trabajando unidos para construir una sociedad más equitativa, igualitaria y  horizontal. Pensando y trabajando por el bien común, es más fácil aportar y recibir, es más fácil dejar de sentirse solo/a, es más fácil elegir pareja desde la libertad, y es más fácil diversificar afectos. Se trata, entonces, de dar más espacio al amor en nuestras vidas, de crear redes afectivas en las que podamos querernos bien, y mucho.
Que falta nos hace.

Publicado en Pikara Magazine: 






Vídeo de la Conferencia impartida en Relatoras Librería, Sevilla, 2014: 






Otros artículos de la autora: 








Lecciones de la amistad para disfrutar más del amor

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La amistad es una de las cosas más maravillosas que ha inventado la Humanidad. Esta forma de quererse, cuando hay amor del bueno, cuando nos relacionamos en libertad, es uno de los mayores tesoros que tenemos en la vida. Con los amigos y las amigas podemos establecer relaciones sanas, equilibradas, horizontales, igualitarias y desinteresadas, y en ese sentido, generalmente nos hace sufrir menos que el amor romántico. 

En el taller on line "Señoras que dejan de sufrir por amor" hemos recopilado unos cuantos rasgos de la amistad que podrían enseñarnos a construir relaciones sentimentales, eróticas o afectivas más bonitas, basadas más en el compañerismo que en las necesidades de nuestro Ego:








- Sin Mitificaciones: A las amigas no las idealizamos porque las conocemos bien. No queremos cambiarlas, ni ellas a nosotras tampoco, sino que crecemos a su lado en base a las experiencias que compartimos. A las amigas y los amigos los queremos tal y como son, con sus virtudes y defectos. El amor que sentimos hacia ellas y ellos nos hace ser comprensivos con sus rarezas, manías, despistes, mezquindades, tonterías, y torpezas. E incluso nos reímos con ellos de las nuestras.


- Sin limitaciones para crecer: La amistad nos permite aprender mucho de nosotras mismas y de la Humanidad. Nos permite crecer porque no nos limita: crecer junto a alguien y contribuir a su bienestar nos hace sentir buenas personas, nos hace sentir que somos útiles y que podemos ayudar a los demás. Queriendo a la gente nos sentimos mejores personas porque aprendemos con las amigas, empatizamos con sus problemas, nos ponemos en su lugar, tratamos de aliviar su dolor, compartimos sus triunfos y éxitos.





- Sin exclusividad ni posesividad. A todas nos encanta que nuestras amigas tengan otras amigas, que su vida esté rodeada de afectos. Por lo tanto, cuando nuestra amiga empieza una relación de amistad con otra persona, no enfurecemos ni nos sentimos celosas: nos alegramos de que haya más gente que la quiera y la enriquezca.



- Con intimidad, libertad, comunicación, confianza: Con las amigas y los amigos tenemos un altisimo grado de confianza e intimidad que nos permite expresar las emociones con libertad, sin miedo a lo que la otra persona pueda pensar de nosotras. Con las amigas nos abrimos el corazón y las carnes enteras, porque con ellas podemos desahogarnos, analizar situaciones, relativizar, y acabar agotadas de la risa. 







- Con respeto: Normalmente respetamos los espacios y tiempos propios de nuestras amigas y amigos, de modo que no nos sentimos heridas si nuestra amiga se recluye durante unas semanas porque no le apetece ver a nadie o simplemente necesita estar sola. 


- Con lealtad: La amistad que perdura en el tiempo generalmente es un amor correspondido, sin excesivos desequilibrios como en las parejas. Los amigos y amigas, aunque no se vean todos los días, siempre se quieren. Su amor no depende de los kilómetros que las separan o los días o meses que pasan sin verse.Y no hay adulterio ni mentiras porque no se nos exige exclusividad.




- Sin jerarquías, ni desigualdad, : Con las amigas no hay jerarquías de afecto. Jamás le decimos a una amiga que la queremos menos que a otra. No nos esforzamos nunca en disimular nuestro amor, porque no tenemos miedo al rechazo. En el camino de la amistad lo normal no es anular a la otra persona para poder dominarla, sino que nos relacionamos desde la horizontalidad, reconocemos a la otra persona, nos tratamos de tú a tú.



- Sin miedo al rechazo o al abandono. Sin miedo constante a que nuestra amiga deje de querernos, a que prefiera a otra amiga, a que se aburra de nosotras. Sabemos que los amigos tienen total libertad para acompañarnos o para irse de nuestras vidas, por eso quizás los disfrutamos más que a los amantes, a los que nos cuesta dejar ir.

- Con generosidad y altruismo. Con las amigas tejemos redes de ayuda mutua, y vamos allá donde nos necesiten para apoyar, para celebrar, o para compartir. Nos damos de una forma más altruista, sin esperar nada inmediato a cambio. 

- Sin tanto Ego: No nos sentimos poco queridas si nuestra amiga es una adicta a tirarse en paracaídas, o si milita entusiasmada en una organización social o medioambiental, o si decide encerrarse a opositar, o emigrar a otro país en busca de un salario digno. Apoyamos sus decisiones aunque nos duelan o signifique que veremos menos a nuestra amiga. Porque ante todo, queremos que sean felices.





- Autocrítica: Con las amigas y amigos podemos hacer un análisis de nosotras mismas sin miedo a sentirnos juzgadas, atacadas o malinterpretadas. Y nos es más fácil reconocer errores propios y pedir perdón cuando nos portamos mal.

- Admiración, reconocimiento, cariño. Una amistad no funciona si hay continuos reclamos, o si hay luchas de poder para dominar a la otra persona. La amistad se va conformando en torno a la admiración que sentimos por el otro/a, a nuestra capacidad para solidarizarnos con los problemas del otro, a la creación de momentos especiales, recuerdos bonitos, experiencias y aprendizajes compartidos, y muchas dosis de reconocimiento mutuo. 





     
- Eternidad y carpe diem: A los amigos y amigas no les pedimos amor eterno, la amistad dura lo que dura. Disfrutamos intensamente los ratos que pasamos con la gente a la que queremos, porque generalmente, debido a nuestro escaso tiempo para el ocio, no podemos disfrutar de los amigos a diario. 

- Sin salvaciones, promesas y paraísos: A la amistad no le pedimos que nos resuelva la vida. A los amigos no les pedimos que nos hagan felices, sino que nos acompañen en el camino a ratitos. Los amigos normalmente trabajamos para contribuir al bienestar del otro, pero no somos responsables de su felicidad. Es un amor más desinteresado, porque es un fin en sí mismo, no un medio para mejorar nuestra calidad de vida. Nuestras amigas  no son salvadoras, son compañeras de camino que nos hacen la vida más bonita.






Otros artículos del Taller: 

Cómo saber si mi amor es patriarcal


El mal de amores



Trabajar(se) desde la autocrítica: despatriarcalizar el amor





Conferencia en Honduras de Coral Herrera

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Cuando aterrizo en un país y me llaman "compañera" siento un calor y un gozo enormes recorriendo mi espina dorsal. Me siento muy afortunada cuando las mujeres me tratan como a una igual, me hacen sentir como en casa, y siento también que me aceptan tal y como soy, y que a nadie le importa mi edad, el país donde nací, mi orientación sexual, mi profesión, mi acento, mi religión o mi falta de religión. Me siento feliz cuando no soy extranjera, y siento que pertenezco a un grupo universal de mujeres que luchan por la igualdad, los derechos humanos, por la libertad, la autonomía, la paz.

Esta vez fue de nuevo en Honduras, en un pueblo llamado Tela, donde participé en el V Foro de la Mujer del Colegio de Pedagogos y Pedagogas con una conferencia sobre algunas claves para la prevención de la violencia de genero en el ámbito educativo.









CITAS FEMINISTAS

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“La actuación de la mujer no implica una participación en el poder masculino, sino cuestionar el concepto de poder”. Carla Lonzi, filósofa italiana.


“La cooperación es la convicción plena de que nadie puede llegar a la meta si no llegan todos”. Virginia Burden.

“Las mujeres constituyen la mitad de la población en todos los países. Apartar a las mujeres y excluirlas de la participación en la vida política, social, económica y cultural significaría, de hecho, tanto como privar a la población de cualquier comunidad de la mitad de sus capacidades”.
Shirin Ebadi, abogada y activista iraní.


"Me parece que las que tienen el coraje de rebelarse a cualquier edad son las que hacen posible la vida..., son las rebeldes quienes amplían las fronteras de los derechos, poco a poco..., quienes estrechan los confines del mal y los reducen a la inexistencia”. 
Natalie C. Barney"

"Las mujeres han servido durante todos estos siglos como espejos que poseyeran el poder de reflejar la figura del hombre a un tamaño doble del natural”. 
Virginia Wolf, escritora británica. 

"Ser mujer es fascinante, constituye una aventura que requiere considerable valentía, un desafío que nunca llega a aburrir".
Oriana Fallaci, periodista y escritora italiana.


“La enredadera feminista, se hace de muchos nudos y de muchos lazos, que se tienden imperceptiblemente para los ojos controladores del orden patriarcal”. Marcela Lagarde, antropóloga mexicana.


“Cada vez que una mujer da un paso, todas avanzamos”. 
Mª Teresa Fernández de la Vega, ex vice-presidenta del gobierno español.

“La feminización de la pobreza es un hecho. La falta de oportunidades de empleo acordes con la formación, otro. El acoso y, cuando cabe, la violencia, otro más. Todo ello para un colectivo cuyo único defecto visible parece ser el no haber tenido la previsión de nacer con otro sexo”.
Amelia Valcárcel, filósofa española.

“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”. 
Emily Dickinson, poeta estadounidense.

“Nos han llamado Amazonas, pero lo cierto es que nuestra gran aventura es con la vida, no con la muerte”. Natalie C. Barney, escritora norteamericana.

“Lo que les falta aprender a las mujeres es que nadie da el poder; hay que tomarlo”.
Roseanne Barr, actriz y cómica estadounidense.

“Hay mucha tiranía disfrazada de protección”. Cristal Eastman

“El estado actual del mundo exige que las mujeres se tornen menos modestas y sueñen, planeen, actúen, se arriesguen en mayor escala”. 
Charlotte Bunch, teórica y activista feminista norteamericana.


“No es grato haber nacido mujeres y lo que queremos es vivir el placer de serlo. La libertad de pensar, de decir, de hacer y de ser lo que nosotras decidamos. Incluidas la libertad de equivocarnos”. Librería de Mujeres de Milán



“Estoy convencida de que la experiencia maternal puede ser feminista y apoderada si el proceso de la gestación, el parto, el postparto y la lactancia caen bajo el control y decisión de las mujeres. Hasta ahora la maternidad patriarcal ha dominado el escenario y se nos ha condenado -y obligado- a parir violentamente y a criar patriarcalmente. Sin embargo, nuevos modelos de nacimiento y crianza afloran desde el apoderamiento, la agencia, la libertad, la solidaridad y el control de las mujeres sobre sus cuerpos. Una maternidad apoderada y feminista es posible.”
Gabriela Boichuk.



“Si analizamos por qué las mujeres sufren agresiones, la multitud de formas de violencia que las mujeres padecen, ya sean los crímenes en nombre del honor o la mutilación genital, todos ellos se basan en la idea de que las mujeres no deben controlar su sexualidad”. Charlotte Bunch


“Solo triunfaremos si no nos olvidamos de aprender”. 
Rosa Luxemburg, líder socialista alemana.


"Solamente cuando las mujeres comienzan a sentirse en su casa sobre esta tierra, vemos aparecer una Rosa Luxemburg, una madame Curie. Demuestran con brillantez que no es la inferioridad de las mujeres lo que determina su insignificancia histórica: su insignificancia histórica las condena a la inferioridad”.

Simone de Beauvoir, filósofa y escritora francesa.



“Desde la quema de brujas en la Edad Media hasta la actualidad, las mujeres han sido objeto de una imaginería en la que se recogen los temores masculinos soterrados. El caso en donde mejor se reflejan estos temores es en los Autos de Brujería en donde se muestra el odio inconsciente acumulado y proyectado en todo lo que recuerde, aunque sea de lejos, lo doméstico: la escoba, el caldero y hasta el gato (que fueron casi exterminados en el siglo XIV en Europa por ser compañía habitual de la mujer) son identificados como prácticas satánicas. Todo ello sería cómico, si no hubiesen muerto miles de mujeres”
Blanca Muñoz, 2001.

“La prolongada esclavitud de las mujeres es la página más negra en la historia humana”. Elisabet Cady Stanton, líder sufragista británica.




“Como clase, las mujeres jamás subyugamos a otro grupo; nunca emprendimos guerras de conquista en nombre de la patria. Jamás participamos en una decisión para anexionarnos el territorio de un país vecino, ni combatimos por mercados extranjeros en costas remotas. Esos son los juegos de los hombres, no de nosotras. No queremos ser ni opresoras ni oprimidas. La revolución de las mujeres es la última de todas las revoluciones”. Susan Brownmiller, periodista y teórica feminista estadounidense.

"Una mujer tiene que valer el doble que un hombre para llegar la mitad de lejos”. Fannie Hurst, guionista de cine norteamericana.

"Dado que los historiadores pertenecen al sexo masculino, rara vez se dignan a registrar las grandes y nobles acciones realizadas por las mujeres; y cuando de ellas dan noticia, lo hacen añadiendo esta sabia observación: aquellas mujeres han actuado situándose por encima de su propio sexo. Y con esto podemos intuir aquello que quieren hacer entender a su lectores: ¡las grandes acciones no fueron mujeres quienes las realizaron, sino hombres con faldas!”
Mary Astell, teórica feminista británica.



“Cuando hablamos del aborto, estamos hablando del derecho de las mujeres a decidir sobre su vida. Esto se basa en un principio no solo ético, también político: el reconocimiento de las mujeres como sujetos con capacidad moral para decidir sobre las cuestiones que la vida las presenta, y es este respeto a la decisión de la mujer lo que hace del aborto un derecho, y no una imposición: no obliga a nadie. Quienes defendemos el derecho al aborto somos las primeras en defender la educación afectivo/sexual, la información y acceso fácil a los métodos de anticoncepción, en definitiva la prevención del embarazo no deseado, porque este es el problema, y el aborto es una opción”.
FEMINISMOS 15M


"El feminismo no quiere imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el patriarcado hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni mutilar sus genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni quiere matarlos por adulterio. El feminismo no pretende que los hombres sean propiedad de sus madres y luego de sus mujeres, ni desea que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría desterrarlos de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político. No quiere traficar con cuerpos masculinos para el disfrute de los femeninos, ni desea que los niños varones estén desnutridos o abandonados en orfanatos, ni, por supuesto, promovería su marginación social o económica. Tampoco vetaría que los niños varones pudiesen ir a la escuela, ni les prohibirían el acceso a la Sanidad y la Universidad. Comprendan que eso es una locura que no promueve el feminismo". 
Coral Herrera Gómez. en El feminismo en la educación y la cultura



Otros post de citas:



Calendario de Mujeres Pensadoras y Creadoras de Opinión

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Miren qué bonito ha quedado el calendario de mujeres pensadoras y creadoras de opinión para el año 2015 coordinado por Mujeres Confederación Intersindical. La diseñadora e ilustradora es Susana Vegas Mendía.

Contiene fechas memorables,citas de pensadoras y actividades didácticas con el trabajo de las 36 mujeres que aparecemos en él:  Rosa Montero, Maruja Torres, Montserrat Boix, Beatriz Gimeno, Almudena Grandes, Ángeles Caso, Pilar Miró, Lidia Cacho, Nuria Varela, Àngels Barceló, Pepa Bueno, Rosa María Mateo, Soledad Gallego, Rosa María Calaf, Carmen Sarmiento... y servidora, muy orgullosa de haber sido incluida entre tanta giganta y maestra.



Claves para disfrutar más del amor

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- Vive el presente y olvídate del futuro. Haz ejercicios mentales para situarte en el momento, para disfrutar de una cena con declaración de amor, de un beso eterno, de una noche de amor loca, de un paseo al atardecer, de una llamada de teléfono. Cada uno de los momentos de tu vida en los que estás es irrepetible, así que merece la pena ser disfrutados en toda su intensidad. Vivir el presente, además, alivia el miedo al futuro.
–  Liberarse de los miedos es necesario para poder vivir el amor plenamente. Los miedos nos paralizan, nos quitan energías, nos ponen pesimistas, y nos vuelven mezquinos. No fabriques más fantasmas, no te prives de tu derecho a disfrutar del amor. Para poder ser generosas en nuestras relaciones, necesitamos abrirnos y compartirnos en un clima de confianza y generosidad mutua; para poder amar es preciso el encuentro sin máscaras, sin corazas ni escudos, sin obstáculos de ningún tipo: ni reales, ni imaginados.
- Amar a la gente tal y como es, sin mitificar, sin que nos mitifiquen. Sin idealizaciones se conoce a la gente con mayor profundidad, sin expectativas fantasiosas hay menos decepciones, y sin decepciones se vive mejor.
- Enamórate de tu libertad, y de la de los demás.  Amar no significa renunciar a tu libertad ni a los afectos de tu gente querida; el sacrificio no es una prueba de amor, aunque nuestra cultura nos haga creer lo contrario.
-Dile “no” a la cultura del sufrimiento que asocia el amor con el dolor. Los dramas y las tragedias te quitan energía para disfrutar de la vida. Si duele, si te convierte en una mala persona, si te paraliza, si te hace sentir mal, no es amor, es otra cosa. No dejes que pasen años de tu vida en una relación que no te hace feliz: la vida es muy cortita y hay gente estupenda en el mundo a la que no vas a conocer si te encierras en tu pasión dolorosa.
-Relaciónate con amor con tu entorno: diversifica y amplía afecto, nutre tus relaciones de amistad y compañerismo, cultiva tus redes sociales, cuida a la gente que quieres, rodéate de cariño tengas o no tengas pareja. No pierdas tu tiempo en luchas de poder, no establezcas relaciones basadas en la necesidad o el interés propio: no le pidas a nadie que cubra tus carencias, no exijas a los demás que te cuiden si no tienes energía para cuidar tú también.
-Relaciónate con amor contigo misma: amamos desde el cuerpo, cuidemos el cuerpo. Tenemos que trabajar nuestra autoestima, aprender a cuidarnos y a dedicarnos tiempo, a darnos placer y hacer cosas que nos gustan, a querernos del mismo modo que queremos a los demás, a entregarnos a nosotras mismas como nos entregamos a los seres que amamos. Así podremos amar también nuestra libertad, nuestra autonomía, nuestra soledad, nuestros espacios, nuestros tiempos.
-Dialogo, empatía, asertividad: necesitamos valentía para decir lo que sentimos sin herir a la otra persona. Necesitamos herramientas para aprender a escuchar, para pensar lo que decimos o hacemos antes de hacerlo, para dialogar con la otra persona desde el cariño. Tenemos que aprender a transformar  los sentimientos negativos como el rencor, el odio, la furia o la venganza, porque no nos sirven para resolver conflictos y generan mucho dolor.
-Busca tu tiempo para el amor. Apaga las pantallas, desenchufa los cables, construye tu escenario ideal de amor, y goza la tarde sin mirar los relojes, con buena comida, buena conversación, y muchas ganas de jugar, explorar y disfrutar. Sin prisas resulta delicioso probar cosas nuevas… abrir el corazón, abrir el cuerpo, abrir la mente para hacer especial cada segundo juntos.
-Elige un buen compañero/a (o varios/as): Como decía Marcela Lagarde, no podemos irnos con el primero que pase por la calle. Si te vas a enamorar, que se trate de una buena persona, de alguien que tenga unos principios y una ética parecida a la tuya. Para ello es preciso no autoengañarse y saber leer las señales que nos proporciona la interacción con la otra persona, y que nos dirán si se trata de una persona insegura, mentirosa, inmadura, inconstante, violenta o cruel. En este sentido, tú también debes mostrarte tal cual eres, con naturalidad, para que la otra persona pueda conocerte, y evaluar si podría ser feliz a tu lado.
-Construir el amor: Sin ponerte encima ni debajo, sin tomar el poder o sin cedérselo por completo a la otra persona. Sin tener que sacrificarte o pedir a los demás que se sacrifiquen por ti. Sin esperar que todo surja como por arte de magia: el amor se construye, y tenemos que ser generosas y generosos para poder abrirnos a la otra persona, compartir ciertas parcelas de la vida, para andar juntas en el camino.
-Ética Amorosa: Establecer pactos contigo misma y con tu pareja, ser coherente con tu discurso y tus emociones, responsabilizarte de tus palabras, emociones y actos, conducir tu comportamiento en base a tus principios y valores. Tanto si eres monógamo/a como si eres poliamoroso/a, es fundamental que cuides a la persona o personas con las que te estás relacionando, y trabajes para estar a la altura. Si la otra persona no nos ama, nos engaña, no se compromete del todo, se porta mal con nosotras, o juega con nuestros sentimientos… entonces lo mejor es cortar la relación para no perder tiempo y energías en alguien que no tiene el nivel necesario para tratarte bien, ser sincero/a, o cumplir pactos.
-Despatriarcalizar y desmitificar el amor para poder reinventar las estructuras que utilizamos para relacionarnos y que han quedado obsoletas. Despojar al amor del placer del sufrimiento, de los intereses y el egoísmo heredado de la cultura capitalista, de las jerarquías afectivas y las desigualdades, de las relaciones opacas y las batallas de género, y aprender a querernos tal y como somos.
-Rupturas amorosas, separaciones cariñosas: hay que aprender a separarse como empezamos, tratándose bien, siendo sinceras, siendo cariñosos. Hay que dejar las relaciones con amor, evitando que el dolor convierta nuestros sentimientos en odio, evitando que nuestro dolor provoque más dolor, tratando de asumir la realidad tal cual es, tratando de no salir destruidos del proceso de separación, tratando de quedarse con los buenos momentos que pasamos juntos.
-Que el amor valga la alegría: Detectar cuándo es el momento de separar tu vida de la persona amada, y no dejar que pasen meses o años esperando a que la otra persona cambie o a que la vida nos regale otras circunstancias. El amor es para disfrutar, así que si estás sufriendo, es mejor que te desapegues de la persona que te hace daño, o de las relaciones dolorosas. Si sientes que tu amor te da energías, te levanta con una sonrisa cada mañana, te despierta la creatividad, te hace sentir bien, entonces apuesta por ello. Hay que apostarle a las relaciones bonitas, a las emociones positivas, a las relaciones placenteras, a la gente generosa y alegre, a poner tus energías amorosas en ella, y olvidarte de lo que no pudo ser, de lo que no puede ser, de lo que podría haber sido, pero no fue; hay que apostarle a sufrir menos, y disfrutar más del amor y de la vida.
-Reinventarnos el amor, reinventarnos las estructuras, crear nuevas emociones, contarnos otros cuentos, probar otras maneras de quererse, construir otros patrones de relación amorosa, darle la vuelta a todas las “verdades”, poner en práctica los aprendizajes, y no dejar nunca de explorar los infinitos territorios del mundo del amor y los afectos.
-Estar presente: Vivir el presente con intensidad ayuda mucho a anclarse en tu realidad, en esta tarde maravillosa juntos, en esta fin de semana de amor juntos. Si estamos con la  cabeza puesta en el futuro: ¿me dejará de pronto?, ¿me seguirá queriendo el mes que viene?, ¿se querrá casar conmigo en el futuro?, ¿me será fiel cuando cese la explosión pasional?, ¿me aceptará su familia?, etc. no podremos jamás decir: “Este es nuestro ahora. Puede acabarse el mundo mañana, pero ahora estoy viva, consciente, despierta, te amo, y disfruto contigo”.

Coral Herrera Gómez

Estas son algunas de las herramientas, ideas y propuestas que han ido surgiendo a lo largo de este año en el taller on line “Señoras que… dejan de sufrir por amor. Porque otras formas de quererse son posibles” que imparto en Campus Relatoras.  No se trata de una receta mágica para dejar de sufrir, ni un método a seguir para alcanzar la felicidad: este post sistematiza muchas de las ideas que han ido surgiendo en el trabajo colectivo de las alumnas del taller, mujeres diversas de todos los países que se reunen en este Campus Relatoras a aportar y profundizar en los Estudios del Amor, las Emociones, la Sexualidad y los Sentimientos.


Sufrir menos, y disfrutar más del amor

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 Para sufrir menos y disfrutar más, lo primero sería tener ganas de sufrir menos, y disfrutar más. Esto es importante aunque suene muy obvio, porque no todo el mundo disfruta disfrutando: hay mucha gente que disfruta sufriendo y si no tiene motivos, se los inventa. 

En el amor sufrimos por muchas y variadas causas. La primera de ellas es que nos gusta sufrir por amor: toda nuestra cultura amorosa sublima el sufrimiento como la quintaesencia del romanticismo: parece que sin dolor, no hay entrega  verdadera. Muchas de las novelas y películas de amor nos representan la pasión como una emoción negativa que nos invade y nos convierte en monstruos, que nos arrastra hacia abismos insondables, que nos hace cometer locuras, que saca lo peor de nosotras mismas. En la mayor parte de nuestros relatos y canciones, pareciera que cuando Cupido lanza su flecha, nos condena para siempre a sufrir por amor…  y que nosotras no podemos hacer nada excepto resignarnos ante la omnipotencia del amor.
Debido a esta asociación entre romanticismo y sufrimiento, el romántico es siempre una víctima que sufre porque sus sueños no se hacen realidad, y porque al sublimar  su dolor, lo exhibe como muestra de su inmensa capacidad de amar. Pero no ama jamás sin pedir a cambio, de ahí la batería inmensa de reproches y reclamos de la persona enamorada que se entrega a los placeres del sufrimiento, y todo lo que ello conlleva: insultos, humillaciones, comentarios despreciativos, juicios de valor, amenazas, chantajes y sobornos emocionales hacia la persona o el objeto de nuestro amor.
Nuestra cultura amorosa cree que del amor al odio hay una delgada línea que es fácil traspasar: si no te corresponden, si no te aman como crees que te mereces, si te han hecho creer que te amaban pero no te amaban, si te dejan de querer, puedes odiar y tratar de despertar la solidaridad de tus allegados para que todo el mundo odie al desalmado o a la desalmada que te ha roto el corazón. El despecho justifica cualquier barbarie, por eso los periodistas machistas siguen llamando a los asesinatos de mujeres “crímenes pasionales”, que siempre tienen un motivo: ella le engañó, ella provocó sus celos, ella lo abandonó… (por lo tanto, es normal que él perdiera la cabeza).
El sufrimiento sentimental no solo está mitificado en el imaginario colectivo, sino que además legitima cualquier acto de crueldad hacia la amada o el amado: basta con echar un vistazo a los carteles que inundan las redes sociales con comentarios despreciativos contra aquellos que no te aman, que dejaron de amarte, que te engañaron con sus artes para hacerte ilusiones y alimentar tus fantasías. En estos casos, la capacidad para la autocrítica es cero: el mensaje que lanzan las personas inocentes, sensibles y amorosas es que ellos jamás han roto un corazón en su vida, y los culpables de sus naufragios amorosos son siempre son los demás.
El amor también nos hace sufrir porque lo mitificamos e idealizamos como fuente de felicidad eterna (cuando es correspondido plenamente, cuando se puede vivir sin obstáculos de ningún tipo, rodeado de abundancia y bienes materiales).  En los cuentos de hadas las historias de amor siempre acaban el día de la boda: un relato nunca empieza desde el final feliz para mostrarnos cómo es la vida en pareja, y las dificultades por las que atraviesan las relaciones amorosas a través de los años. En los cuentos no nos hablan de los efectos de la rutina, el egoísmo, la comunicación, la convivencia, las luchas de poder… porque las historias de amor son para entretenernos y para escapar durante un rato a un mundo feliz que no es el nuestro.
Esta sublimación del romanticismo en las películas y las novelas choca frontalmente con la realidad, y es otro de los motivos por los que no es fácil disfrutar del amor en toda su plenitud: las decepciones que sufrimos se deben a nuestras altas expectativas en torno a lo que desearíamos que fuese  el amor. La realidad de la vida cotidiana es más gris y aburrida, y no existen personas perfectas  que calcen a la perfección con nosotras: nos han vendido unos mitos como el del príncipe azul que sólo nos sirven para mantenernos entretenidos y entretenidas buscando a una persona perfecta que encaje con nosotras a la perfección. Esta pérdida de tiempo y energías en alcanzar lo que no tenemos, nos impide amar a personas de carne y hueso, tal y como son, porque no encajan en el modelo que nos han vendido en las películas con final feliz. A los hombres les sucede lo mismo: les han vendido el mito de la princesa obediente, sumisa, bella, encantadora, pasiva, perfecta, dulce y eternamente enamorada, pero nosotras ni tenemos sangre azul, ni somos un derroche de virtudes, ni hemos nacido para amar incondicionalmente a un hombre.
No podemos disfrutar del amor en su plenitud porque tenemos poco tiempo para amar. La vida posmoderna está llena de obligaciones, horarios y rutinas que nos hacen caer literalmente desplomadas al final del día. Ese es el momento que tenemos para tener una buena conversación con nuestra pareja, para jugar entre las sábanas y hacer el amor, pero no podemos pasar la noche entera en vela retozando porque al día siguiente hay que trabajar y resolver mil y un asuntos pendientes. Las estadísticas nos indican que la gente elige los sábados y domingos para tener relaciones íntimas, pero el fin de semana suele estar también plagado de compromisos sociales, familiares y domésticos, y pasa volando… Reservar una tarde o un fin de semana entero para dedicarse al amor es poco menos que imposible, porque cada vez tenemos menos tiempo para detener los relojes y entregarnos a los placeres de la vida con nuestras parejas, si las tenemos.
El gran  obstáculo para disfrutar de amor, sin embargo es el miedo. El miedo al futuro, el miedo a la soledad, el miedo a que se acabe nuestra relación, el miedo a ser rechazada, el miedo a que la otra persona te sea infiel, el miedo a no encontrar el amor de nuevo… perdemos muchas horas al día ancladas en el “¿y si…?”, una estructura que nos permite anticipar situaciones que no se han dado.
Puede sonar raro, pero muchas personas sienten placer imaginando desgracias durante un rato, construyendo realidades basadas en la ruptura o la traición, gozando con sentimientos terribles  como la sensación de abandono. No tiene mucho sentido perderse en catástrofes imaginarias, creo, porque no podemos predecir el futuro, y tampoco controlarlo. Quizás por eso para disfrutar de una relación es fundamental tener la capacidad para disfrutar del presente, para deleitarse en cada instante desde el aquí y el ahora.
Otro obstáculo para disfrutar del amor es centrar todos nuestros afectos en una sola persona, pues el amor es un sentimiento universal que se puede sentir hacia la vida, hacia la existencia, hacia la naturaleza, hacia los animales, hacia nuestra gente querida, hacia la familia, la vecindad, y las personas  de carne y hueso a las que vemos a diario y forman parte de nuestra cotidianidad. Relacionarse amorosamente con nuestro entorno nos hace sentir más generosas y más ricas en afectos, y en la medida en que los demás perciben y reciben tu trato amoroso, es más fácil despertar en ellos y ellas los mismos sentimientos de cariño.
Extendiendo nuestros afectos a la comunidad de la que formamos parte, nos sentiríamos menos solas y necesitadas, por eso nuestras relaciones podrían ser más sanas y libres.
Sin embargo, no tenemos muchos mecanismos para relacionarnos amorosamente con el entorno: sostenemos luchas de poder con los vecinos y vecinas, con los compañeros de trabajo, con la jefa o la presidenta, con la compañía de teléfono, con el policía que quiere multarte, con tu madre, con tu padre, con tus hijas e hijos, con tu pareja. A diario libramos batallas para ganar, y somos egoístas porque en ellas defendemos nuestros intereses frente a los intereses de los otros. También gastamos mucha energía en tratar de que no nos ganen a nosotros, en que no nos pisoteen, en defendernos de los egoísmos de los demás, y en medio de estas peleas a muerte, estas guerras silenciosas, estas tensiones y rencores acumulados, sufrimos mucho. Porque atacamos y nos atacan, acusamos y malinterpretamos, decimos barbaridades en caliente que no querríamos haber dicho, sacamos las cosas de quicio, sacamos los trapos sucios, aprovechamos para explotar y desahogarnos de otras tensiones…
Las luchas de poder entre los enamorados se traducen en un lento, pero inexorable camino hacia el desamor. Las peleas con un alto contenido en reproches que acaban en gritos o llantos van separándonos progresivamente de la otra persona, y dejando daños en el otro o en nosotras mismas que a veces resultan ser irreparables. En el afán por dominar a la otra persona, o lograr lo que una desea, entramos en guerras dolorosas que van deteriorando nuestras relaciones. Si pudiésemos dialogar con mayor fluidez, pactar con generosidad, comunicarnos desde el corazón, ceder, acordar, debatir, reflexionar con la otra persona, ponernos en el lugar del otro… nos sería más fácil convivir y disfrutar de una relación sentimental.
Sufrimos por amor porque no hemos recibido educación emocional y no sabemos cómo gestionar las emociones. Nos enseñan a reprimir la ira, el sentimiento de abandono, la alegría desbordante, la pena más honda, los celos, el deseo sexual… los únicos referentes emocionales que tenemos son los que nos ofrecen los cuentos y las películas, generalmente basados en estructuras de dependencia, de dominación-sumisión, de sacrificio y entrega. Son estructuras que no nos sirven para relacionarnos de igual a igual. Si desde la infancia nos diesen herramientas,  aprenderíamos a expresarnos sin dañar al otro, a discutir sin violencia, a  resolver conflictos sin perder el buen trato, a querer sin depender, a ser solidarios, sinceros y a tratar bien a las personas que se enamoran de nosotras o de las que nosotras nos enamoramos.
 También sufrimos porque no elegimos bien a nuestro compañero/a. Generalmente cuando conocemos a una persona todos mostramos nuestra mejor cara, y ocultamos nuestras manías, nuestro mal humor, nuestros defectos y carencias. Tratamos de parecer simpáticos, generosas, amables, y cuerdos para impresionar favorablemente a la otra persona, y luego cuando nos vamos conociendo mejor, vamos descubriendo esos defectos. El impacto que provoca en nosotros este descubrimiento depende de la mitificación o idealización que hayamos construido en torno a esa persona: cuantas menos expectativas tenemos, menos nos decepcionamos.
Es importante querer a la gente tal y como es, por eso mismo es importante elegir a una persona que sea buena gente, que su comportamiento y su discurso sean coherentes, que sea generosa y tenga ganas de compartir. Necesitamos tiempo para conocernos bien, de modo que lo mejor es ir despacito: enamorarse a ciegas, crearnos espejismos o que nos los fabriquen puede ser muy doloroso, porque la realidad siempre acaba imponiéndose. Es importante leer las señales para saber si la persona con la que nos estamos relacionando está sana mentalmente, si es una persona violenta o agresiva, si es una persona mezquina, mentirosa o manipuladora… basta con observar el modo en el que esa persona se relaciona con los demás: con sus ex, con sus vecinos, con un camarero en un bar…
Nos hace sufrir mucho la falta de herramientas para resolver nuestras propias contradicciones internas, que nos hacen sufrir porque nos mantienen confusas, indecisas, vapuleadas por el contexto posmoderno que habitamos. El romanticismo es la nueva utopía emocional de corte individualista que nos sigue marcando las metas, los mitos, los roles, y las identidades: necesitamos sentirnos especiales, necesitamos sentirnos únicos, y necesitamos sentirnos imprescindibles, y solo el amor basado en la exclusividad nos aleja del anonimato y de la soledad. Queremos libertad, queremos compañía, luchamos por ser independientes, pero necesitamos a la gente. Queremos soltar y queremos atarnos…las emociones contradictorias nos hacen dudar de lo que realmente queremos, y de lo que sentimos, y hasta de quiénes somos. Perdemos muchos años de nuestras vidas ancladas en la falsa separación entre mente y cuerpo, razón y emociones, deseos y deberes. La poesía sublima estas contradicciones con hermosas metáforas, pero en la vida real nos paralizan completamente, y nos hacen sentir permanentemente divididas y desorientadas, porque pensamos el mundo con las estructuras patriarcales del pensamiento binario: como si la noche fuese lo contrario del día, como si el bien fuese lo contrario del mal, lo masculino fuese lo contrario de lo femenino, etc. Y por eso nos sentimos obligadas a elegir: sólo nos dejan ser una parte, no el todo. O eres una mujer buena, o eres una mujer mala. O eres inocente, o eres culpable. Esta falta de matices nos pone contra la espada y la pared constantemente. Pensando así, además, no nos percibimos jamás como seres completos, sino medias naranjas que necesitan otra media para ser felices.
Buscar la felicidad también nos hace infelices, obviamente. Pensamos siempre que la felicidad está en otra parte y por eso esa sensación de impotencia cuando la felicidad no llega. Creemos que la felicidad está en personas, en objetos, en puestos de trabajo, en el dinero, en la fama o el reconocimiento social, por eso es tan frustrante cuando alcanzamos esas metas y no nos sentimos desbordantes de felicidad.
Para sufrir menos y disfrutar más del amor, lo primero sería tener ganas de sufrir menos, y disfrutar más. Esto es importante aunque suene muy obvio porque no todo el mundo disfruta disfrutando: hay mucha gente que disfruta sufriendo y si no tiene motivos, se los inventa. Así que tenemos que aprender a disfrutar, con nuestro disfrute, y con el disfrute ajeno (hay mucha gente que sufre también viendo disfrutar a los demás), y poner límites a la gente aguafiestas. Si eres tú la persona aguafiestas, lo mejor es que te lo mires y seas consciente de por qué te boicoteas a ti misma la posibilidad de estar bien o de pasar un buen rato, y por qué boicoteas a los demás.
 Para sufrir menos y disfrutar más, deberíamos a aprender a amar en libertad a las personas, y practicar el desapego para no apropiarnos de ellas ni sentirlas “nuestras”. Podemos comprar sexo, pero no podemos comprar amor, ni obligar a nadie a permanecer a nuestro lado si no nos desea o no siente lo mismo que nosotras. Tenemos, pues, que aprender que la vida es un camino en el que la gente nos acompaña por ratitos, o por etapas: nuestros abuelos no son inmortales, nuestras madres y padres no duran para siempre, nuestros compañeros de escuela o de universidad no forman parte de tu cotidianidad cuando acaba la etapa estudiantil…. los novios y las novias van y vienen, a veces nos acompañan una noche maravillosa, otras veces son años de caminar por el mismo sendero… por eso es tan importante disfrutar del presente, y asumir que nada es eterno, aunque Disney nos diga lo contrario.
Para sufrir menos, entonces, tenemos que aprender a convivir con las pérdidas y los finales, terminar las relaciones con cariño y amor, y aprender a  disfrutar de los nuevos tiempos, las nuevas personas, las nuevas etapas. Creo que es necesaria una ética del amor que nos permita tratarnos bien y cuidarnos en todas las etapas de nuestras relaciones, lo mismo al inicio que al final. Empezar una relación, y terminarla, requiere altas dosis de generosidad, sinceridad, empatía, diálogo y afecto: podemos evitar las guerras del amor que tanto daño hacen (a nosotras mismas, y a nuestra gente querida), y vivir sin rencores perpetuos ni desgarros eternos.
Para disfrutar más de la vida, estaría bien deshacerse de la insatisfacción permanente que nos tiene siempre frustradxs, que continuamente nos lleva a querer más, o a desear algo mejor. Nos cuesta pararnos a pensar en lo bien que estamos, en lo felices que somos, en valorar las cosas que tenemos, los afectos de los que estamos rodeadas. Dedicamos mucho tiempo, en cambio, hacer inventario diario de lo que no tenemos, y pasar tiempo imaginando cómo todo se transforma por arte de magia cuando me toca la lotería, encuentro al amor de mi vida por fin, me ascienden en el trabajo, me voy de luna de miel a la otra punta del planeta… Cuanto más tiempo perdemos esperando el acontecimiento mágico que cambiará nuestras vidas, menos esfuerzos e imaginación dedicamos a cambiarlas nosotras mismas. Por eso creo que nos vendría bien un poco menos de fantasía romántica, y un poco más de trabajo individual y colectivo para mejorar nuestras vidas a todos los niveles (afectivo, sexual, económico, profesional, social, sentimental…)
Para que podamos disfrutar todos del buen querer, necesitamos repensar el amor, desmitificarlo, desmontarlo, despatriarcalizarlo, y volverlo a inventar. Tenemos que ensanchar el concepto de amor más allá de la pareja, disfrutar de los afectos sin jerarquizarlos, liberarnos colectivamente de la represión, la culpa, y el miedo. Este trabajo no tiene sentido si lo hacemos a solas: para poder relacionarnos de otras formas, tenemos que sacar el debate a las calles, y ponerlo de moda en las plazas, las asambleas, los congresos, los mítines políticos, las aulas, los foros,los bares, los parques, los platós de televisión, y las redes sociales.
 Si logramos identificar las claves culturales del sufrimiento, de la desigualdad y del romanticismo patriarcal será más fácil que nos demos cuenta de que estamos en una estructura heredada que no hemos construido nosotros, que sufrimos todos y todas por las mismas cosas, y que ya es hora de ponernos a trabajar para cambiar las estructuras emocionales y afectivas con las que nos relacionamos, porque las antiguas no nos sirven para disfrutar del amor.
Para sufrir menos, y disfrutar más, tenemos, también, que responsabilizarnos de lo que sentimos, y construir herramientas que nos permitan  enfrentarnos a situaciones de alta intensidad emocional.  Desde la autocrítica amorosa podemos trabajar para conocernos mejor, para identificar las claves de nuestro sufrimiento, y para trabajar en la coherencia entre nuestras emociones, discurso y acciones. El objetivo final sería poder comportarnos como adultas y adultos en el amor, ser dueñas de nuestros sentimientos y poder expresarlos, relacionarnos con los demás desde la libertad y la generosidad, y construir relaciones hermosas que nos hagan felices.
Creo que una de las claves para disfrutar más del amor es entrenar para desarrollar nuestra capacidad para estar presente y conectar con la persona a la que amamos y el momento en el que estamos. Permanecer en el aquí y el ahora sin pensar en el futuro, sin hacerse expectativas, sin miedo a lo que pueda pasar, sin apresurarse a dar los pasos establecidos tradicionalmente para las parejas. Disfrutando del presente nos hacemos dueñas del tiempo: es el lugar donde más vamos a amar, el espacio en el que más nos van a querer.
Si, podemos disfrutar del amor…  sólo tenemos que trabajarlo y pensarlo colectivamente, y echarle ilusión, energía, imaginación, y grandes dosis de alegría de vivir: tenemos que construir el amor día a día, romper con los modelos del romanticismo patriarcal, aprender a querernos bien, inventarnos nuevas estructuras emocionales, probar otras formas de querernos, aprender a relacionarnos desde el amor con el entorno que nos rodea, liberarnos de los miedos y de los mandatos de género, y ensanchar el amor para que sea más grande, se reparta mejor, y nos llegue a todos y todas.

Coral Herrera Gómez

#Desmontando a San Valentín

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1.    El amor (no) es para siempre: dura lo que dura. Algunos amores duran veinte años, otros dos meses, otros dos días… por eso hay que saborear  el presente, y no trasladar tu mente al futuro incierto: la plenitud está en el momento que estamos viviendo, amar es estar presente, parar los relojes, disfrutar del  aquí y del ahora.

2.    El amor (no) lo puede todo:no puede con la violencia y los malos tratos, no puede con la desigualdad y el machismo, no puede con el egoísmo ni con las relaciones que no funcionan. El amor no transforma a las personas violentas en personas pacíficas, ni a los promiscuos en monógamos, ni cura a la gente celosa, ni resiste vivo si ha de soportar demasiado dolor durante demasiado tiempo.  El amor no puede ser incondicional: si no hay respeto y buen trato, por ejemplo, no hay condiciones para el amor.

3.    Las mujeres (no) nacimos para esperar: aunque las heroínas de nuestros cuentos infantiles son chicas que esperan a que un tipo apuesto les solucione sus problemas o les rescate de las catástrofes, nosotras no tenemos toda la vida para esperar. No tenemos la paciencia de Penélope, que estuvo 50 años esperando a que Ulises volviera de sus batallas: nosotras vivimos el amor aquí y ahora. No nos vemos ya como el descanso del guerrero, sino como protagonistas del cuento. No hay otra posibilidad que vivir el amor en el puro presente: el futuro está demasiado lejano.

4.    “Los que más se pelean, (no) son los que más se desean”: hay gente que disfruta mucho peleando y sumergiéndose en la violencia pasional, pero es un desperdicio estar mal años de tu vida, con lo corta que es, entre llantos, conflictos, gritos, escenas de celos, insultos, palabras que hieren… . Tenemos que dejar atrás las guerras románticas, apostar por la alegría y el disfrute en el amor, y cambiar la perspectiva. Por ejemplo: los que comparten orgasmos y risas son los que más se desean. No rima, pero suena infinitamente mejor.

5.     (No) estamos condenadas a sufrir por amor:podemos tomar decisiones, tomarnos descansos emocionales, distanciarnos cuando nos duele. Podemos desenamorarnos de quien no nos conviene, olvidarnos de las personas que no nos corresponden o no nos aman, elegir buenos y buenas compañeras para compartir la vida. Podemos cerrar puertas y convertir el presente en pasado, podemos abrir otras y convertir el futuro en presente. El amor no nos ata, ni nos limita, ni nos obliga a tropezar mil veces con la misma piedra: somos nosotras las que tenemos que hacernos responsables de nuestras emociones, y trabajarnos los obstáculos externos e internos que nos impiden disfrutar del amor.





6.    Del amor al odio (no) hay un paso: el amor y el odio no son lo mismo. No me creo que alguien pueda amar loca y devotamente a una persona, y un buen día pasar a despreciarlo, a desear que le pasen las peores catástrofes, o ponerse a maquinar para que sucedan. Si quieres a alguien, lo lógico es que desees su felicidad y bienestar: junto a ti, a solas, o con otras personas. Creo que, entonces, el odio no es consecuencia del amor: es falta de amor, es ansia de destrucción, es un monstruo grande que siembra dolor en nosotras y en la gente que tenemos alrededor.  

7.    Sin pareja (no) estás sola:no es cierto, hay mucha gente a tu alrededor que te quiere, que te aprecia, que te adora, o que se preocupa por ti. Hay mucha gente estupenda, también, por conocer: júntate con tu vecindario para celebrar, aprender, protestar, construir, cultivar, bailar. El mundo está lleno de buenas personas con ganas de compartir: no te quedes llorando en casa, sal a las calles, toma las plazas y disfruta de la gente.

8.    Si tienes éxito, tendrás amor:laadmiración de la gente no te va a hacer más feliz, y el deseo y la envidia de los demás no te va a traer necesariamente amor… Lo que te hace mejor persona no es tu aspecto físico o tu cuenta bancaria, sino tu capacidad para relacionarte con el mundo,  y para ser generosa, empática, solidaria, sincera, creativa, o buena persona. Si somos gente estupenda, lo vamos a seguir siendo aunque nadie se empareje con nosotras: nuestra valía personal no tiene nada que ver con tener o no pareja, con que se enamoren o no de nosotras.

9.    El amor no se exige, ni se mendiga:si no te aman, acéptalo. Si te amaron y ya no te aman, asúmelo. No le pidas a nadie que cargue con tu dolor, no obligues a nadie a permanecer a tu lado o a renunciar a su libertad para no hacerte daño: todxs somos libres para unirnos y separarnos, para ir y venir, para intentarlo y para dejar de intentarlo. Y no hay malos ni buenos: lo del desamor nos ha pasado a todas, y a todos: sólo hay que cuidar mucho a la otra persona, portarse bien, y hacer las cosas con sensatez y cariño. Es posible, separarse con amor, romper con cariño, y mirar hacia delante con optimismo: es cuestión de ponerle amor.

10. “Quien bien te quiere, (no) te hará llorar”:no es cierto que cuando alguien te hace daño es porque te quiere mucho y le importas, no es cierto que quien te trata mal es por tu bien. Si alguien te quiere y te hace llorar es porque no sabe quererte bien ni tiene herramientas para disfrutarte sin dominarte. Es hora de romper la unión entre amor y sufrimiento: es posible (y aconsejable) disfrutar de la vida sin tragedias ni melodramas. 

11.(No) se te escapa el tren si no encuentras pareja, ni se te pasa el arroz: hoy en día la gente se une a todas las edades posibles, cada vez hay más personas sin pareja, y cada vez pasan más trenes, te puedes montar en el que te apetezca. Además, ahora el arroz ya no se pasa, nadie te obliga a casarte a una edad, y encontrar a un hombre no es obligatorio para ser madre. Lo importante para tu maternidad es la red de gente a tu alrededor que puede ayudarte a criar hijos/as sin necesidad de ponerse a buscar a toda prisa al príncipe azul. Necesitamos redes de ayuda muta y crianza en equipo, compañeros  y compañeras de vida, no sementales que nos adoren y nos mantengan económicamente.


12. “Sin ti no soy nada”, o “Haz conmigo lo que quieras”: el sadismo y el masoquismo son unas  herramientas muy divertidas para el placer en el juego sexual, pero no deberían ser usadas como armas para la vida real. En el día a día no tenemos necesidad ninguna de renunciar a nuestro poder para dárselo a otra persona como prueba de amor infinito. Someterse o dominar a la persona amada supone construir relaciones desiguales, dependientes, violentas y dolorosas, y resulta muy difícil salir de los círculos de la violencia (agresión-reconciliación, infierno-luna de miel) porque nos suelen tocar mucho la autoestima. Además, las relaciones sadomasote aíslan de tu gente querida: no es fácil, para la gente que te quiere, verte en una relación destructiva o funcionando con la lógica del amo y el esclavo.

13.Se está mejor sola que mal acompañada:Hay millones de mujeres con pareja o casadas, inmersas en infiernos conyugales o en aburrimientos perpetuos  que envidian la libertad y el bienestar de las solteras. El matrimonio no es sinónimo de felicidad, echa unas ojeadas a los índices de divorcio en todo el mundo y a las altas tasas de soltería: cada vez son más las personas que no desean “aguantar” infiernos, porque lo que quieren es disfrutar de la vida, y del amor.

14.El amor es infinito, abierto, diverso y colorido: no se puede reducir el romanticismo a la pareja heterosexual de dos personas adultas, blancas, sanas, y ricas, porque hay muchas formas posibles de quererse, de relacionarse sexual y afectivamente, y muchas maneras de unirse, de estar, y de separarse. No dejes que la ideología del romanticismo patriarcal te limite a la hora de empezar un romance o de disfrutar de los amores, porque hay muchas formas de amarse, muchas orientaciones sexuales, muchas identidades, todas tenemos derecho a explorar otras formas de ser y de relacionarnos, y a dejar atrás las estructuras de la tradición. Reprimirse está pasado de moda: atrévete a explorar, sin miedos ni culpas. Atrevámonos  todxs a vivir el amor desde la ternura social, el compañerismo, la libertad, el placer y el disfrute. 


Si te ha gustado y te apetece leer más, tienes todos los artículos de Coral Herrera aquí.


Menos guerras románticas y más amor, por favor

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Ilustración: Señora Milton



Vivimos en un mundo en guerra permanente: guerras entre naciones, guerras domésticas, guerras sociales, guerras sentimentales. Guerras en la casa, en el trabajo, en la cama, en nuestra cabeza… la mayor parte de ellas las sostenemos a diario con seres queridos o cercanos: con vecinxs, compañerxs de trabajo, o con la familia (por ejemplo, cuando llegan las herencias). Con nuestros hijos adolescentes en edad de rebeldía, con tu abuelo que no se quiere tomar la medicina, con tu suegra o tu nuera, con la gente del trabajo o del sindicato, con nuestras madres, con nuestras parejas, con los funcionarios de la administración, con la policía, con los empleados de la compañía telefónica, con la vecina del quinto piso…

Las peores guerras son las románticas: en el romanticismo patriarcal construimos el amor en base al egoísmo y el interés propio, las luchas de poder, y la asociación de amor y sufrimiento. Nuestra cultura mitifica la violencia pasional y justifica el odio romántico,  una constante que aparece en muchos relatos como una prueba de amor. Prueba de ello es la famosa película “La Guerra de los Rose”, cuyos mensajes principales son: “los que más se pelean, más se desean”, “quien bien te quiere, te hará llorar”, y “del amor al odio hay un paso” (y por tanto no tiene nada de extraño estar un día en un extremo, y al día siguiente en el otro).

En el cine y las telenovelas, en general, las parejas y ex parejas se tratan fatal (con gritos, bofetones, lanzamiento de objetos,  acusaciones, amenazas, reproches, insultos, humillaciones variadas, comentarios despreciativos, chantajes, acusaciones fundadas e infundadas…), pero la mayor parte de sus peleas a muerte acaban en reconciliaciones gozosas con orgasmos gloriosos.

Las parejas de cine, pero también las parejas reales se estancan en círculos viciosos, en esquemas repetidos, en pescadillas que se muerden la cosa. El eje narrativo conflicto-resolución funciona de maravilla para construir una historia de amor con final feliz. Las guerras románticas venden porque nos encantan las pasiones ajenas, y las historias de esa gente que no trabaja y pasa la vida en continua destrucción y reconstrucción, acumulando victorias y derrotas, gozos celestiales y llantos desgarrados,  sufriendo horrores y rozando el paraíso, peleándose y reconciliándose, puteando y perdonando, amando y odiando, haciendo sufrir al otro y consolándole, y viceversa.

Nuestro amor romántico es una mezcla potente de sufrimiento masoquista, sadismo gozoso, luchas de poder, promesas de abundancia y felicidad, éxtasis de vida y de muerte. Nos acerca al misterio de la vida, nos relacionamos con el amor como la llave para alcanzar la eternidad, la perfección, lo absoluto. Anhelamos que el amor nos haga felices pero también hemos interiorizado que para amar de verdad hay que sufrir mucho. Por eso en lugar de horrorizarnos, nos conmueve ver a la gente que sufre por amor, que enloquece, que destroza su vida o las vidas ajenas. Y nos solidarizamos a pesar de que cuanto mayor es el dolor de la persona que sufre por amor, mayor es la destrucción y la violencia que ejerce sobre su entorno, supongo que porque no nos paramos a pensar en la dimensión política, económica y social de estos romanticismos violentos que asolan nuestras relaciones humanas.



Nuestro mundo es violento y las relaciones que construimos son jerárquicas, por eso nos pasamos la vida tratando de dominar, o bien tratando de que no nos pisoteen demasiado. Asimismo, hay gente que prefiere el lado sumiso para lograr lo que necesita: en cualquier caso, invertimos demasiado tiempo y energía en diseñar estrategias para estas luchas de amor. A lo largo de nuestra vida, hemos de hacer frente a numerosos  conflictos, traiciones y venganzas, malentendidos, rupturas, distanciamientos, o luchas de dominación que recorren nuestra vida entera, desde la cuna hasta la tumba.

La historia de nuestras vidas está llena de batallas internas y externas en las que guerreamos con armas de destrucción masiva, a falta de herramientas. No nos enseñan a construir nuestras propias herramientas para manejar emociones desbordantes, para comunicarnos asertivamente, para resolver conflictos sin violencia o llantos, o para separarnos con la misma generosidad y cariño con el que nos unimos.

No  nos educan en una cultura de paz y respeto, cooperación y solidaridad, ni a crear redes de ayuda mutua, por eso nos pasamos la vida queriendo ganar siempre y metidos en guerras absurdas y. Cuando estamos enfadados nos sentimos libres para expresar nuestro enojo con violencia, y para portarnos mal con la otra persona si ya no la queremos o si ya no desea estar a nuestro lado, porque es lo que vemos en las películas: escenas de alta intensidad emocional  y mucha violencia.

Nos han educado, en este mundo individualista, para que defendamos nuestros intereses personales y los antepongamos a los de los demás. El resultado es que somos egoístas y egocéntricos, nos cuesta hacer autocrítica, nos cuesta ponernos en la piel de la otra persona, nos faltan toneladas de empatía y solidaridad. Vivimos centrados en nuestros proyectos, nuestros deseos, nuestras necesidades, y nos gusta más recibir que dar. Quizás por eso le pedimos tantas cosas al amor (que nos salve de la soledad, que nos haga sentir bien, que nos ayude, que nos colme, que nos transforme, que nos solucione y nos resuelva, que nos de placer, que dure para siempre, que nos ayude a escapar de la realidad y nos lleve al paraíso, que nos dé estabilidad y seguridad, que nos haga felices…)

Vivimos en una cultura muy competitiva en la que todos deseamos vencer, ganar, destacar sobre los demás, como hacen los héroes de las películas. Sin reparar en los medios que utilizamos para lograr nuestros fines, soñamos con derrotar a nuestros rivales, conquistar a la persona amada,  impresionar a la gente cercana y lejana, triunfar en la vida… así que sufrimos mucho por miedo al fracaso. También sufrimos por envidia y complejos de inferioridad que nos impiden relacionarnos con amor con los demás.

No sabemos, tampoco, cómo relacionarnos igualitaria y horizontalmente con la gente, porque nos han enseñado a someternos a la autoridad, a ser la autoridad, o a pelear para determinar quién de las dos personas tiene el poder. A veces renunciamos a la batalla y le otorgamos nuestro poder a la otra persona para que nos domine: hay gente que se siente más poderosa siendo sumisa. Nos gusta estar arriba o abajo, sentirnos pequeñitos o enormes, endiosar a la otra persona o dejar que nos endiosen: el caso es que no sabemos querernos tal y como somos, ni sabemos relacionarnos en el mismo nivel.

Nos cuesta aceptar realidades que no nos gustan…. Nos gusta llevar la razón, nos gusta tener el control, nos cuesta ceder, nos cuesta dialogar y llegar a acuerdos… Nos hacen daño, hacemos daño, y nos cuesta perdonar (nos)…

Quererse no es fácil, y aunque nos queramos mucho, no sabemos querernos bien… El paso de los años va acumulando en nosotros muchos rencores, frustración, reproches eternos, malos recuerdos, cicatrices abiertas, remordimientos y pecados inconfesables, escenas desgarradoras, errores imperdonables, deseos de venganza, palabras que no hemos pronunciado y nos queman por dentro, palabras hirientes que se nos han clavado en el corazón…. Por eso las relaciones románticas son tan complejas y conflictivas, y por eso se acaba el amor.

Las guerras románticas están basadas, en su mayoría, en el deseo de sentirnos amados y amadas de un modo absoluto, y en el deseo de venganza cuando no somos amadas como querríamos. La mayor parte de las batallas románticas surgen por nuestro afán de dominar, domesticar, y coartar la libertad de la otra persona (para que nos ame en exclusividad, o para que no se marche de nuestro lado).

Según las reglas del amor patriarcal, cuando amas a alguien lo posees, y perteneces a alguien cuando te aman, por eso nos cuesta compartir o renunciar a personas que consideramos de nuestra propiedad privada. Empezamos y consolidamos el amor con promesas (te amaré hasta que la muerte nos separe, te seré fiel eternamente), sin embargo la vida da muchas vueltas, y puede ocurrir de todo: que se nos acabe el amor, o se le acabe al otro, o no se acabe el amor pero aparezca más gente a la que amar.

Y nadie tiene la culpa: el amor viene y va, se construye y se destruye, y no podemos mendigarlo ni exigirlo. O se da, o no se da. Fluye, o no fluye…
Y sin embargo, en nuestras guerras románticas, dejar de amar a alguien es la máxima traición (aunque es peor todavía si a la vez empiezas a querer a otra persona).

Nos cuesta mucho aceptar que hemos dejado de amar o que ya no nos aman. A veces optamos por sumirnos en la tristeza profunda, y otras nos declaramos la guerra: el divorcio es la Gran Guerra del amor, la peor y más cruenta de las guerras románticas.

En otras culturas la gente se junta y se separa con más ligereza y alegría: en nuestra cultura romántica patriarcal, en cambio, vivimos el divorcio una catástrofe. Es un drama que suele contener mucha violencia, y esta violencia afecta no sólo a los miembros de la pareja que se separa, sino a todos sus seres queridos. 

Como en todas las guerras estúpidas, en el proceso de (des)amor hay “buenos” y “malos” (dícese de aquellos que prometieron amarte para toda la vida y te dejan de querer). Los malos son los culpables del fin del amor, los buenos son los inocentes a los que les rompen el corazón  y sufren lo indecible. Los buenos son las víctimas del romanticismo, los malos tendrán que asumir el odio eterno de los buenos y a veces también, de su entorno.

Si eres de las personas que rompes el feliz transcurso del amor, si te desenamoras o te enamoras de otra, tendrás que asumir tu lugar en el bando de los “malos” y de las “malas”. Especialmente si eres mujer y tomas la decisión de separarte, tendrás que aguantar que los demás te vean como una persona cruel y sin sentimientos, como una "abandonadora", como una perturbada inestable o una ninfómana.

La mujer que se divorcia y se libera es, para la tradición patriarcal, una mala persona que destruye corazones, rompe pactos eternos y desestructura la familia. Si en lugar de irte con otro hombre te vas con otra mujer, el escándalo será mayor: serás vista por la gente patriarcal como un monstruo, una aberración, una desviada, una perdida, o una loca.

Tendrás que luchar también contra la culpabilidad, que es el gran talón de Aquiles de las mujeres: nos enseñan desde pequeñas a sentirnos culpables y responsables por todo. Por eso nos cuesta tanto pensar en nosotras mismas, tomar decisiones, y anteponer  nuestras necesidades a las de los demás. Cuando lo hacemos, pagamos un precio muy alto.

Las víctimas del amor, tanto hombres como mujeres, pueden ser sumamente sádicas y tiranas si han decidido declarar la guerra, porque justifican cualquier maldad con la excusa de la enajenación romántica, y reivindican el derecho a vengarse por el “tremendo” dolor que le ha causado la otra persona. Tienen licencia para odiar y portarse todo lo mal que quieran: pueden chantajear, aislar social y afectivamente a la otra persona, utilizar a sus hijos e hijas en la batalla,  hacerle cargar con deudas altísimas para toda su vida….

Invertimos mucho tiempo en construir y sostener estas guerras sentimentales, pese a que no nos hacen felices, ni nos reportan beneficios directos,  ni logran hacer resurgir la pasión de los inicios. Estas guerras nos chupan la energía, y sacan lo peor de nosotros y de nosotras mismas: hay gente que se entrega en cuerpo y alma al odio, pese a que es un sentimiento negativo que nos hace daño y hace daño a los demás.

Esa persona encantadora,  generosa, y amable que conociste al empezar la relación puede convertirse, de la noche a la mañana, en un monstruo dañino, asustado, dolido, celoso, inseguro, cruel… que cuanto más miedoso, más malvado es. Cuanto más vulnerable, más mezquino es: basta sentarse a ver una telenovela para comprobar cómo la gente, al dejarse arrastrar por las bajas pasiones, se convierte en seres tóxicos, rencorosos y violentos. Las protagonistas de las telenovelas latinas se pasan todo el tiempo arregladas, en casa, en tacones, maquinando contra otras mujeres, o montando escenas de pasión agresiva a su amado.

En las películas de amor, las protagonistas de las historias de amor son generalmente unas sufridoras (sádicas o masoquistas), así que no tenemos muchos modelos de mujeres prácticas y sensatas que huyen de los problemas. Ni de mujeres empoderadas que no renuncian a su libertad ni entienden el amor como un sacrificio, ni de mujeres que disfrutan del amor sin fantasmas ni obstáculos de por medio.

Tendremos que inventar sobre la marcha otros cuentos, entonces, con otros personajes, otras tramas, y otras maneras de resolver los conflictos y manejar las emociones. Para acabar con las guerras románticas, tenemos que desmitificar la violencia pasional, y desmontar la asociación entre sufrimiento y amor. Podríamos acabar con la cultura del aguante femenino, poner de moda la cultura del buen trato y construir colectivamente una ética del amor que nos permita aprender a querernos bien. Con esta ética del amor podríamos disfrutar más de nuestras relaciones sexuales, afectivas y sentimentales, ensanchar el concepto colectivo de amor, construir otros romanticismos más diversos e igualitarios.

Necesitamos, entonces, darnos una tregua indefinida parar las batallas internas y externas que sostenemos a diario, para imaginar otras maneras de querernos que nos den energía en lugar de quitárnosla, para firmar  tratados de paz con nosotras mismas y con las demás que nos pongan de buen humor y nos den energías para compartirlas con la gente querida. Necesitamos explorar otras posibilidades de relacionarnos con el mundo  y con la gente, eliminar las fobias sociales, tejer redes de solidaridad, ayuda mutua y amor colectivo.  Necesitamos menos guerras románticas, en definitiva, y más amor del bueno.

Coral Herrera Gómez



Consultora de Poliamor en Intimate

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Desde hoy soy oficialmente la Consultora de Poliamor de Intimate, un proyecto de investigación de la Universidad de Coimbra (Portugal) sobre las "Micropolíticas de la intimidad en el Sur de Europa", financiado por el European Research Council y coordinado por Ana Cristina Santos. 

Esta aventura me llevará a Lisboa en 2016, al Primer Congreso Intimate en el que daré una ponencia en inglés...todo un reto asesorar a este equipazo internacional de investigadorxs. Apasionante!




         
      Página Web de Intimate: http://www.ces.uc.pt/intimate/

¿Quienes son las Señoras que... dejan de sufrir por amor?

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Las Señoras que… dejan de sufrir por amor somos mujeres muy diversas a las que nos unen objetivos comunes: desmontar el amor romántico occidental, adquirir herramientas para disfrutar más del amor, y construir una ética amorosa individual y colectiva sobre el amor.
La idea de juntarse para repensar el amor nació del blog de Coral Herrera, se convirtió en un taller on line y presencial que se imparte en diversos países del mundo, va a convertirse en libro, y ya es casi una filosofía de vida. Somos mujeres de habla hispana, pero vivimos en todos los países, y tenemos todas las edades: la Señora más joven tiene 21 años, y la mayor 73. Somos Señoras sexual y emocionalmente diversas: en el taller cabemos todas las mujeres y todas las orientaciones sexuales posibles, y nos sentimos libres para etiquetarnos, o no etiquetarnos. Algunas viven en el campo, y otras en las grandes ciudades; algunas se están enamorando, otras se están separando, y otras están en período de reflexión y reconstrucción. También somos diversas en cuanto a profesiones y áreas laborales: somos dentistas, politólogas, psicólogas, amas de casa, periodistas, trabajadoras sociales, físicas teóricas, peluqueras, profesoras, desempleadas, médicas, diseñadoras gráficas, funcionarias, artistas, estudiantes, jubiladas…
Las Señoras nos juntamos desde diversos países para desmontar el amor, desmitificar y analizar los cuentos que nos cuentan, despatriarcalizar nuestras emociones, compartir experiencias personales y reflexiones, deconstruir el romanticismo, inventar otras estructuras emocionales y relacionales. Las Señoras trabajamos con gafas violetas y enfoque de género, desde el auto-reconocimiento y la auto-crítica, desmontándonos a nosotras mismas también para trabajar individual y colectivamente sobre todo aquello que queremos mejorar, eliminar o transformar en nuestras vidas.
Entre todas hemos creado un espacio de confianza y privacidad donde no nos sentimos juzgadas: podemos expresarnos con libertad, exponer nuestras teorías, lanzar preguntas a las compañeras, desahogarnos, contarnos secretos inconfesables, compartir recursos y material sobre la temática, leer juntas, pensar y escribir, debatir y aportar a la construcción de otras formas de querernos.
Después de los Talleres seguimos trabajando juntas en el Laboratorio del Amor. Lo más bonito de este espacio de trabajo colectivo es que ya no nos sentimos solas en el proceso: es más fácil unirnos para trabajar juntas y tejer redes de solidaridad, sororidad y trabajo en equipo. Nuestro trabajo para construir herramientas que nos permitan sufrir menos, y disfrutar más del amor y de las relaciones afectivas tiene también una dimensión social: creemos que lo romántico es político, y que otras formas de quererse son posibles.
Las Señoras creemos que es urgente una revolución cultural, social, económica, política, sexual, emocional, por eso, nos hemos puesto manos a la obra. Estamos trabajando para desmontar el patriarcado, inventarnos otros romanticismos, y para elaborar una ética del amor que nos permita construir relaciones sanas, libres, amorosas, igualitarias, y pacíficas. Queremos desaprender lo aprendido, y lanzarnos a la aventura de amar sin miedos, sin círculos viciosos, sin violencia, sin dolor. Queremos construir amor del bueno, y creemos que es posible tejer afectos y relaciones sentimentales basadas en el buen trato, el compañerismo, y la alegría de vivir.

Inicio próximo Taller: 16 de Marzo
Info e inscripciones en: Campus Relatoras


Viajo a España: Congreso Feminismo Agenda Global en Gran Canaria 2015

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Congreso Feminismo: Agenda Global

Fechas: 27 y 28 de Marzo 2015
Ponentes: Alicia Puleo, Ana de Miguel, Carmen Castro, 
Sylvia Martín Jaén, Coral Herrera Gómez....





Señoras que... se separan

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Señoras que... se separan


Coordina: Coral Herrera Gómez

Duración: 10 semanas

Comienzo: 27 de abril de 2015

Dónde: Campus Relatoras




SOBRE EL TALLER

¿Te estás separando de tu pareja? A lo mejor, sólo te lo estás pensando. ¿O, tal vez, ya te separaste hace tiempo pero no consigues salir adelante y rehacer tu vida? Una ruptura sentimental siempre es un proceso complejo, en el cual se mezclan muchas emociones, situaciones que no sabemos gestionar, reproches que no sabemos soltar. Incluso la separación más fácil nos remueve y nos coloca en un cara a cara con nosotras mismas. ¿Quién soy yo sin ti? ¿Cómo rehago mi vida?
Cuando nos separamos, buscamos compañía, recurrimos a nuestras redes para compartir y consolarnos. Este taller te ofrece la posibilidad de vivir el proceso de ruptura acompañada de otras mujeres y con ejercicios y lecturas especialmente diseñados para que puedas sufrir menos y disfrutar más de ese momento. Aunque cada separación es un mundo, todas comparten patrones similares, basados en mitos románticos patriarcales. En el taller compartiremos nuestras experiencias y vivencias y reflexionaremos en torno a las distintas dimensiones (económica, política, emocional, social…) de las rupturas.


PROGRAMA

1 Mi  separación: rupturas, soledades, acompañamientos, romances, desamores, dolor, liberación, vuelta a empezar.  
2 ¿Por qué duele el amor? El placer del sufrimiento, la dependencia emocional, la decepción, las guerras románticas. 
3 Desmontando el amor romántico: Utopías románticas, desmitificar el amor, despatriarcalizar el amor, (Des)aprender a amar.
 4 Autocrítica amorosa Autoestima, autorreconocimiento, autoengaño, autocrítica, Ego, ética del amor.

OBJETIVOS

El principal objetivo de este taller es que sufras menos por tu separación y disfrutes más de las oportunidades que te ofrece para enfocar tu vida desde una nueva perspectiva.
• Analizar las distintas dimensiones de las separaciones
• Reflexionar en torno a los mitos del amor y el sufrimiento que nos hemos creído
• Trabajarnos la dependencia emocional y económica
• Profundizar en nuestra forma de querer a través de ejercicios de autocrítica amorosa
Acompañarnos compartiendo historias, herramientas, consejos. Escucharnos y aprender las unas de las otras.
Tejer redes que trasciendan nuestra cotidianidad: conocer a mujeres de todo el mundo
Adquirir herramientas para poder disfrutar más de los amores futuros
Empoderarnos con nuestras propias vidas y reconectar con el amor hacia nosotras mismas


METODOLOGÍA



Este taller se imparte de manera ONLINE en su totalidad, en la plataforma virtual Campus Relatoras. Tendrás a tu disposición diversos materiales (lecturas, vídeos, música) y herramientas (foros, chats, tareas) que hemos diseñado. El taller contará con cuatro chats en directo con la coordinadora, en un día y una hora que se acordará con las participantes al comienzo del mismo. Aparte de los chats, serás tú la que decidas el tiempo que le quieras dedicar y los horarios que te resulten más cómodos.

FECHAS 
El taller comienza el lunes 27 de abril de 2015. Puedes inscribirte desde ahora mismo: el día del comienzo se activará el curso en nuestra plataforma.

HORARIOS

Al ser un taller online, podrás decidir el tiempo que le quieres dedicar a los contenidos y a las tareas y hacerlo en un horario que mejor se adapte a tus necesidades. EL taller contará con cuatro chats en directo, cuya fecha y hora se acordará entre als participantes.


Más info e inscripciones en:



Charla y taller de Coral en Madrid Abril 2015

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Charla abierta al público en Madrid:

Otras formas de quererse son posibles.
Fecha: 10 de Abril 2015.
Hora: 20:00.
Espacio: c/ Tres Peces, 34
(metro Lavapiés o Antón Martín)


Taller presencial 

Señoras que… dejan de sufrir por amor. 

Porque otras formas de quererse son posibles 

Fecha: 11 y 12 de abril de 2015
Lugar: Local de 3 Peces, en Madrid (España)
C/ Tres Peces, 34 metro Lavapiés o Antón Martín)
Duración: 12 horas 
Horario
Sábado de 10 a 14 y de 16 a 19 h; 
domingo de 10 a 15 h.

SOBRE EL TALLER 
¿Crees que ha llegado el momento de sufrir menos, y disfrutar más del amor, y de la vida?, ¿deseas adquirir herramientas para aprender a gestionar tus emociones y sentimientos?,  ¿te apetece desmontar, repensar, deconstruir y construir el amor con otras mujeres?, ¿te gustaría saber construir relaciones sanas basadas en el placer, el buen trato, la igualdad y el compañerismo? … si es así, bienvenida a “Señoras que dejan de sufrir por amor”.
La filosofía del taller que ha desarrollado Coral Herrera en torno a su investigación sobre el amor se sintetiza en estos tres lemas: “Lo romántico es político”, “Ningún amor es ilegal”, y “Otras formas de quererse son posibles”. Ya son más de doscientas las alumnas que se han unido a esta propuesta de trabajo colectivo en torno a los Estudios sobre el Amor para repensar, analizar, desmontar y ensanchar el concepto de amor y de relación de pareja.
Seremos un grupo de mujeres diversas de todas las edades, profesiones, países, orientaciones sexuales las que nos uniremos durante el fin de semana para realizar un trabajo individual y colectivo que nos permita conocernos mejor a nosotras mismas, y paralelamente, profundizar en el análisis de nuestra cultura amorosa. En este espacio nos dedicaremos a analizar las claves de la construcción sociocultural del amor romántico para comprender mejor la forma en que aprendemos a amar y a relacionarnos, para cuestionar las estructuras de dependencia que nos proponen como modelos a seguir, para desligar el amor del sufrimiento, y para adquirir herramientas que nos permitan disfrutar de nuestras historias de amor, y de nuestras  relaciones afectivas en general. 

OBJETIVOS
  • Llevar la teoría a la práctica mediante un proceso de autocrítica amorosa que nos permita cierto grado de coherencia entre nuestros discursosideas, sentimientos y comportamiento.
  • Desaprender estructuras emocionales obsoletas y  patrones de relación dañinos, y construir otras nuevas con nuestras propias herramientas
  • Conocernos mejor a nosotras mismas para poder reinventarnos, mejorar, transformar, evolucionar, enriquecernos, desaprender y aprender a relacionarnos desde otras perspectivas.
  • Desmontar el romanticismo patriarcal y reflexionar colectivamente sobre los mitos, los estereotipos, los roles y los mandatos de género que nos limitan a la hora de querernos y de relacionarnos.
  • Hacer autocrítica amorosa: trabajo de autoconocimiento, introspección, recorrido por nuestra vida amorosa y sentimental.
  • Tejer nuestra propia utopía amorosa, soñar otras historias de amor, liberar nuestras emociones del patriarcado, inventarnos otras formas de querernos y de relacionarnos.

METODOLOGÍA
Este taller está basado en 2 ejes: el trabajo individual y el trabajo colectivo. 
ENFOQUE
Construcción del conocimiento colaborativo: La metodología del curso está basada en la idea del conocimiento colaborativo: conoceremos nuestra cultura amorosa desde una perspectiva crítica, trabajaremos juntas en análisis y reflexiones sobre los temas propuestos, y construiremos colectivamente herramientas para liberar nuestros sentimientos y aprender a disfrutar del amor.
Autocrítica y análisis multidisciplinar Trabajaremos desde la autocrítica individual y el análisis colectivo desde un enfoque multidisciplinar, multidiverso y queer. La idea es despatriarcalizar los sentimientos y liberarnos de toda la carga que nos hace sufrir y nos impiden construir relaciones bonitas, igualitarias, basadas en el amor. Durante el curso la diversidad de orientaciones sexuales y afectivas nos permitirá comprender la complejidad del amor romántico, que trabajaremos desde la individualidad y con las compañeras.

COORDINADORA
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  Coral Herrera Gómez

Más info e inscripciones aquí:

El amor no dura para siempre: aceptaló, y elige el duelo corto

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Por Coral Herrera Gómez

El amor no es eterno, ni dura para siempre. Todo el mundo lo sabe, es una realidad constatable que la gente se junta y se separa en todo el planeta, y las estadísticas de divorcios y segundas y terceras nupcias nos lo demuestran: el amor empieza, cambia, se extingue, muta, evoluciona, o se estanca. A veces dura una noche, otras veces meses o años de nuestra vida: unas relaciones funcionan a las mil maravillas, otras mejoran con el tiempo, otras se deterioran, y otras, simplemente, no funcionan, o dejan de funcionar.
Sin embargo, y aunque lo tenemos muy claro en la teoría (el amor dura lo que dura), nos cuesta mucho separarnos de la gente a la que amamos. Nos duele en el alma si nuestro amor no es correspondido, o cuando nuestro amado o amada nos comunica que ya no quiere estar con nosotras.
Todos y todas sufrimos cuando se acaban etapas de nuestras vidas, pero hay gente que malgasta años de su vida hasta que logra aceptar la ruptura.
Las claves de este sufrimiento horroroso están en nuestra cultura: vivimos en un mundo basado en la idea del éxito y el fracaso, el egoísmo y el egocentrismo, el miedo a la soledad, y además tenemos serias dificultades para aceptar la realidad tal cual es. Los seres humanos posmodernos siempre estamos buscando escapar de la realidad cuando ésta no nos favorece, por eso nos encantan las películas, las novelas, las drogas, las fiestas, los videojuegos, y la magia. También es muy común, en estos tiempos que corren, que nos relacionemos con la realidad tratando de adaptarla a nuestras necesidades, con todas las dificultades y frustraciones que ello conlleva.
Negarse a asumir una ruptura sentimental, por ejemplo, es una empresa inútil, porque no sirve de mucho esforzarse en seguir con una relación con alguien que ya no quiere estar a nuestro lado. Por mucho que soñemos, la realidad sigue su transcurso, implacable, inevitablemente. Si nuestro amado o amada se está desenamorando de nosotras, poco podemos hacer para impedirlo: no sirve ponerse en plan guerrero, ni en modo servil, ni en modo víctima: nadie se queda al lado de alguien que no ama durante mucho tiempo, a no ser que le obliguen .
Ni aunque le pongamos toda nuestra energía y esfuerzo podremos lograrlo: los sentimientos y las emociones surgen y viven libres, y aunque podemos trabajar con nosotras mismas, no podemos modificar ni transformar las de los demás. Ni aunque seamos las mejores o los mejores manipuladores del mundo.
La gente que peor lo pasa ante las rupturas es la que tiene una escasa tolerancia a la frustración, es decir, gente a la que le cuesta mucho aceptar un “no”, un rechazo, un final. Como el amor no podemos comprarlo, y tampoco podemos mandar u obedecer sobre los sentimientos, las rupturas les generan mucha frustración e impotencia.
También lo pasan muy mal las personas que pasan mucho tiempo pensando e ideando el futuro, o las que se enfrentan al amor como una inversión a largo plazo: yo me entrego a ti y tú a cambio…., yo alimento el amor en nuestra pareja para que…
Y es que los romances y las parejas requieren de nosotras una gran cantidad de energía y tiempo, por eso se espera que la inversión tenga un producto, una meta, un sentido final. Uno de los mayores dolores al separarse es cuando sentimos que hemos perdido el tiempo inútilmente, que nuestro proyecto ha fracasado pese a haber empleado toneladas de ilusión, recursos y horas de nuestras vidas.
Sin embargo, creo que sufriríamos menos si no considerásemos al amor como un proyecto con objetivos que alcanzar. Creo que nos ayudaría mucho pensar el amor como un proceso que hay que disfrutar mientras dure, sin metas a las que llegar. El futuro es impredecible, por eso es inútil tratar de controlarlo desde el presente. Tampoco teenemos ningún control sobre las emociones de las personas a las que amamos. Ni siquiera nosotras sabemos cómo van a ser nuestras propias emociones y sentimientos a mediano o largo plazo. No podemos asegurar a nadie que le amaremos para siempre en plena borrachera de amor, aunque sí podemos expresar nuestro deseo de que fuese así, Pero no podemos prometer amor eterno seriamente, porque la vida da muchas vueltas y todo está en permanente cambio.
El proceso de aceptar el final de una relación puede ser muy corto, o muy largo: depende de nosotras, y de las herramientas que tenemos para asumir que las cosas son como son. Una de las técnicas para aprender a aceptar la realidad es disfrutarla en su máximo esplendor: las personas que disfrutan del presente con intensidad lo tienen más fácil para hacer frente a los finales, quizás porque no le piden nada al futuro.
Esta gente que vive el carpe diem también es más generosa para entender que las cosas empiezan y acaban, y por lo tanto agradecen más la oportunidad de vivir cosas bonitas con otra gente aunque sepan que el disfrute va a ser breve (una noche loca, una semana, o diez años…) También la gente que disfruta de su libertad y autonomía sufre menos. Los finales de las relaciones de dependencia son más dolorosos, especialmente cuando los amantes se aíslan del mundo y no cultivan sus redes afectivas. Porque las rupturas les arrojan a la soledad completa, y en soledad es más difícil pasar el duelo: necesitamos a los demás siempre, tanto cuando estamos enamoradas, como cuando no lo estamos.
Ayuda mucho también ser una persona realista: cuanto más mitificamos el amor y la gente, más nos decepcionamos con la vida, y más triste y aburrida nos parece nuestra cotidianidad. Nuestro mundo está lleno de espejismos, de paraísos, de mitos que nos hacen soñar y navegar por otras realidades, por eso el choque con la realidad nos hace tanto daño, especialmente en la adolescencia, pero también durante nuestra vida de adultas. Cuando la distancia entre la realidad y nuestros deseos es demasiado grande, nuestro cerebro se cortocircuita, y por eso somos víctimas de tremendos sufrimientos psicológicos y emocionales de los que nos cuesta mucho recuperarnos: los índices de personas que sufren enfermedades mentales aumentan de una manera alarmante en los países desarrollados, y tiene que ver con el mundo que estamos construyendo. Cuanto más desigual, injusto y cruel es, peor nos llevamos con la realidad.
El egoísmo y el individualismo de nuestra cultura nos lo ponen muy difícil a la hora de separarnos con amor: estamos acostumbradas a pensar en nuestros deseos y necesidades, no en los deseos o necesidades de los demás. Por eso empezamos una guerra contra nosotras mismas, contra el ser amado, y contra la realidad: se nos baja la autoestima y nos invaden sentimientos contradictorios y negativos (culpa, pena, rabia, confusión, victimización, desesperanza, desilusión, odio, envidia, deseos de venganza…) que alargan y complican el duelo por la ruptura.  Y por ahí se nos va mucha energía…
El único modo de liberarnos de este dolor sería trabajar con la generosidad, es decir, ser generosa con la gente para que se sientan libres de acompañarnos un ratito en el camino de la vida, y para que sigan su camino propio cuando lo deseen. No es fácil amar la libertad de los demás, porque en nuestra cultura solo se ensalza la defensa de la libertad propia, especialmente la de los varones.
Como no nos enseñan a querernos ni en los principios ni en los finales, solemos creer que el desamor es el inicio del odio. Como no nos enseñan a decir adiós, resolvemos las rupturas con batallas románticas, creyendo que todos los finales tienen que ser trágicos. No sabemos despedirnos tampoco de nuestros seres queridos cuando mueren, ni de las etapas que vivimos, ni de las relaciones que nos hacen felices.
No nos enseñan a lidiar con el sufrimiento ni a resolver los conflictos sin violencia: a nuestra cultura le parece muy romántico que alguien sufra hasta la muerte por amor, por eso se ensalza tanto el suicidio romántico, el sacrificio romántico, y los “crímenes pasionales”. Nos enseñan a adueñarnos de los objetos y las personas a las que amamos, a sentir que son nuestras, y que lo son para siempre, y aprendemos en el camino barbaridades como que podemos castigar a nuestras propiedades si deciden dejarnos, y que es legítimo enojarse y portarse mal con la gente que nos deja de querer.
No nos enseñan a aceptar lo positivo de los finales, ni pensarlos como principios de otras cosas, por eso vivimos dramas tremendos y apocalípticos. Nos hacen creer que somos unos fracasados si no logramos los objetivos que nos proponemos, como si pudiésemos hacer todo lo que nos propongamos en la vida con un poquito de esfuerzo y de tesón (enamorar a alguien o que te toque la lotería no son ejemplos, precisamente, de lo que somos capaces de hacer, pues en absoluto depende de nosotras).
Sufriríamos menos si aprendiésemos desde la infancia que todo cambia permanentemente, que nosotras también cambiamos, que las plantas florecen y se marchitan en un eterno proceso de vida y muerte, que en la vida unas puertas se cierran y otras se abren, y que lo mejor es afrontar los cambios con curiosidad, con valentía, y alegría.
Lo mismo que el amor no dura para siempre, los duelos tampoco. Sabemos que el tiempo todo lo cura, por eso siempre es mejor vivir los duelos cuanto más cortos mejor. Si al final vamos a olvidar y a recuperarnos, mejor que sea pronto y nos ahorramos meses o años de sufrimiento. Es una cuestión de sensatez y sentido práctico: la vida es muy corta para andar con duelos largos e interminables que no nos dejan disfrutar de otras cosas.
En las escuelas no solo nos deberían enseñar a hacer los duelos cortos y a decir adiós con alegría a la gente que amamos, sino también a amar la libertad de los demás. No hay mayor tesoro que saber que cuando alguien nos ama se siente libre,  que nada le obliga a estar con nosotras y que por eso si está aquí y ahora, es porque realmente lo desea. Y al revés: también es maravilloso poder unirme y separarme cuando yo quiera, sin sentirme coaccionada o atrapada, sin ser castigada cuando ya no deseo acompañar o ser acompañada por mi amante.
Para poder separarnos con amor, tenemos que sacar lo mejor de nosotras mismas: terminar las relaciones con un inmenso abrazo de agradecimiento por el tiempo que hemos pasado juntos, y ahorrarnos el drama infernal en el que se convierten generalmente las despedidas románticas. Lasrupturas cariñosas tienen la ventaja de que si terminamos bien una relación, es más fácil mirar con optimismo hacia delante.
Separándonos con amor, además, podremos disfrutar de otra manera de esa persona que ya no es nuestra pareja, pero a la que queremos porque hemos compartido muchos momentos hermosos. De hecho, yo creo que cuando has amado intensamente a alguien, puedes seguir queriéndole el tiempo que quieras, aunque cada uno escoja caminos muy distintos. Al fin y al cabo, ni la distancia ni la muerte nos impiden seguir queriendo a alguien para toda la vida. Sólo hay que trabajárselo un poquito, y ser realistas en nuestra forma de entender y practicar el amor.
Si nos separamos con amor, la sensación de pérdida no es tan tremenda: una cosa es romper una relación sentimental con alguien, y otra cosa es no volver a verla jamás, sin duda mucho más doloroso que lo primero.Podemos seguir disfrutando de la gente aunque ya no nos amen pasionalmente, y construir un nuevo tipo de relación basado en la amistad o el compañerismo. Cuando dejamos irse a los demás sin asediarlos con batallas de odio, es más fácil quererse bien para toda la vida, sin las complicaciones de la vinculación romántica.
Porque aunque el amor romántico no dura para siempre, puede transformarse, reciclarse, mutar y convertirse en una relación bonita. Y también puede, sencillamente, apagarse, sin más. Y no pasa nada.
Sólo hay que saber cuándo es el momento de romper (para no hacerse daño mutuamente), y pedir ayuda para superar el duelo, porque solas no podemos. Dejar ir a la persona que amamos suena muy lindo, pero no es nada fácil: necesitamos herramientas para superar el apego y para trabajarnos los cientos de miedos que nos poseen cuando termina una etapa de nuestras vidas (miedo a no enamorarnos de nuevo jamás, a que nadie se enamore de nosotras, a que no podamos vivir sin nuestro ser amado aunque lo intentemos…).
Los duelos se pasan siempre mejor en compañía que a solas: con más mujeres podemos empoderarnos y desaprender colectivamente, aprender a hacer autocrítica amorosa, aprender a querernos más a nosotras mismas, a disfrutar de la soltería, a distinguir y valorar lo que es importante en la vida, y lo que no lo es. Es más fácil trabajarse lo romántico con compañeras diversas con las que poder hablar, sentirnos escuchadas sin miedo a ser juzgadas.
Las herramientas que necesitamos para separarnos son: mucho amor, mucha generosidad, capacidad para la empatía, un puñado de realismo, dos de sentido común, grandes dosis de amor a una misma y de autocrítica, mucho buen rollo y todo espolvoreado con grandes dosis de agradecimiento por lo que hemos podido vivir en el pasado, y optimismo ante la nueva etapa que se abre en nuestras vidas. No es fácil porque estamos más acostumbradas a las guerras románticas, pero precisamente por eso, es también un enorme y apasionante reto:separarse con amor. Desunirnos con el mismo amor que empleamos para unirnos.
Y es que, como decía mi abuela, no hay mal que por bien no venga, y mejor soltera que mal acompañada.Como dice mi madre, no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. Como decía Mercedes Sosa, todo cambia, y como dijo Chavela Vargas, nadie muere de amor, ni por exceso, ni por defecto. Afortunadamente.

Post pubicado originalmente en el Blog de Campus Relatoras


                                   Taller on line "Señoras que se separan" en Campus Relatoras

¿Pero quién demonios se apuntaría a un taller sobre el amor?

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Y yo me preguntaba al comienzo de esta loca aventura, ¿pero quién demonios se va a apuntar a un taller sobre lo romántico es político?. 1 año después del inicio, ya somos 200 Señoras las que hemos estado trabajando en las 6 ediciones, (una de ellas fue presencial en la playa, en España), y sumamos 4.100  personas en el grupo de facebook

En este vídeo cuento cómo una idea loca con la Comunidad Relatoras se convirtió en todo un Laboratorio del Amor:




¿A QUIÉN VA DIRIGIDO?
Este taller está dirigido a Mujeres que:
  • Quieran trabajarse el tema del amor romántico para sufrir menos, y disfrutar más de sus relaciones sexuales, sentimentales, afectivas. 
  • Quieran conocerse mejor y comprender las claves culturales del amor romántico,
  • Tengan ganas de reinventarse, reconstruirse, mejorar, transformar, evolucionar, enriquecerse,  desaprender y aprender a relacionarse desde otras perspectivas.
  • Les guste leer, hacerse preguntas, hablar, pensar, escribir, y compartir.
  • Disfruten hablando del amor, compartiendo inquietudes, dudas, certezas y contradicciones, hablando con otras mujeres sobre nuestras vivencias y sentimientos,
  • Quieran aprender a gestionar sus emociones, 
  • Quieran enriquecer o transformar sus relaciones afectivas, 
  • Quieran adquirir herramientas para la coherencia entre discurso, emociones y comportamiento.
  • Deseen adquirir herramientas para poder construir relaciones basadas en el amor, el buen trato y la igualdad.

Filosofía del Taller: 

-Lo romántico es político.
-Otras formas de quererse son posibles.


Temas del Taller

1 ME CAGO EN EL AMOR
2 ADICTAS AL AMOR
3 ¿LA CULPA ES DEL AMOR… O DEL PATRIARCADO?
4. AUTOCRÍTICA AMOROSA
5. AUTOCRÍTICA CARIÑOSA.
6.SEXUALIDAD Y EROTISMO: MI PLACER
7 LA UTOPÍA POSMODERNA
8 QUÉ BONITO ES EL AMOR

Objetivos del Taller 
-aportar a la construcción colectiva del conocimiento sobre el tema del Amor y las emociones,
-compartir experiencias, vivencias y reflexiones con las compañeras,
-deshacernos de estructuras de relación obsoletas, inventarnos otras nuevas
-reflexionar colectivamente sobre cómo aprendemos a amar.
-compartir recursos y materiales: vídeos, libros, artículos, documentales, guías, blogs y webs....
-desmontar el romanticismo patriarcal y los mandatos de género: mitos, roles, estereotipos, metas, sueños, creencias, expectativas y decepciones... 
-hacer autocrítica amorosa: trabajo de autoconocimiento, introspección, recorrido por nuestra vida amorosa y sentimental. el objetivo es conocernos mejor, identificar los puntos claves a trabajar, y
- construir colectivamente herramientas para sufrir menos, y disfrutar más del amor.
- construir nuestra propia utopía amorosa, soñar otras historias de amor, liberar nuestras emociones del patriarcado, inventarnos otras formas de quererenos y de relacionarnos.




Metodología del Taller

Este taller está basado en 2 ejes: el trabajo individual y el trabajo colectivo. 
Ambos se pueden realizar en el horario que deseéis, pues podéis acceder al taller en cualquier momento del día o de la noche para participar en los foros. No hay horas fijas, de modo que cada alumna puede organizarse a su manera y trabajar a su ritmo.
el trabajo individual:
-Ejercicio de la semana: consiste en conectar con nuestras emociones y trabajar a diario con las preguntas que llevaremos en el bolso a todas partes y que podremos compartir con vecinos y vecinas, compañerxs de trabajo, familiares o pareja. Después escribiremos acerca de este trabajo personal de reflexión, y lo compartimos para hacer reflexión colectiva sobre el tema de la semana.
-Materiales para trabajar: cada semana tendréis lecturas y vídeos para inspiraros, y para profundizar en vuestro trabajo individual. Este apartado está pensado para las Señoras que quieran dedicar más horas semanales al trabajo individual, y para quien quiera comentar los materiales y abrir nuevos debates. Además podréis subir materiales vuestros par compartir con las compañeras: información, datos, imágenes, vídeos, etc. 
- En la Biblioteca del Amor, encontrareis libros y artículos en pdf, enlaces, entrevistas, documentales, vídeos, y recursos para descargar, comentar y debatir.

 el trabajo colectivo
-el Foro de la Semana es el espacio en el que pondremos en común con las compañeras las reflexiones, dudas, experiencias y el trabajo que hemos estado llevando a cabo durante la semana.
- en los dos chats que tendrán lugar a mitad y a final del Taller podremos hablar en directo sobre los temas que más os gusten. 
Tenemos también el Foro de las Señoras, un espacio para comunicarnos a diario, comentar novedades, y hablar con las compañeras de los temas que nos apetezcan. 



Entrevista de RTVE para reportaje en "Documentos TV"

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RTVE me entrevistó en Madrid y grabó mi charla en el Local de 3 peces, para el programa "Documentos TV". 

Fue una experiencia divertida y disfruté un montón. La mayoría eramos mujeres: en dirección y realización estaban Marisol y Carol, en producción Uxía Buciños y Lola Relatoras, y en estilismo, vestuario y maquillaje Sonsy León, Paletilla con Pinceles

Nos lo pasamos muy bien , estuvimos muy a gusto, y hablamos durante horas del amor, aquí les dejo unas fotos de las dos sesiones de trabajo. Creo que el reportaje se emite en Junio: prometo avisarles aquí y en las redes sociales. 






















Superar la dependencia emocional

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“Después del beso, la Bella Durmiente descubrió una suegra infame, un príncipe no tan azul y unos niños no tan indefensos. Es decir, la vida misma”. Ana María Matute, escritora española.

La Bella Durmiente se sintió decepcionada, y engañada. Había perdido demasiado tiempo de su vida esperando al príncipe azul, así que en lugar de hundirse en la pena y la rabia, había llegado el momento de ser valiente y tomar decisiones. Abandonó el palacio con los niños, buscó trabajo y se instaló en la gran ciudad. Bella se cambió el nombre, se adaptó pronto e hizo muchas amistades, volvió a idealizar el amor y a decepcionarse, encontró su media naranja varias veces, pero nunca estuvo sola. Como disfrutaba mucho del presente y de su gente, se olvidó de los finales felices, y nunca acabó comiendo perdices.
  




Las mujeres sufrimos más dependencia emocional que los hombres en nuestras relaciones sentimentales porque siempre le hemos dado más importancia al amor y a la pareja.  Nosotras, en general, somos las más románticas: desde que somos adolescentes nos pasamos muchas horas imaginando el encuentro con el príncipe azul, leyendo historias de amor, hablando con las amigas de nuestros problemas sentimentales,  viendo películas, escribiendo cartas y diarios, y sobre todo nos encanta vivir romances intensos.

Con los cuentos que nos cuentan de pequeñas, aprendemos a delegar nuestra felicidad en la llegada del príncipe azul que nos cambie la vida, y ello hace que suframos mucho si dicho  príncipe no llega, si no es como esperábamos, o si pasado un tiempo decide separarse de nosotras y nos pide que abandonemos el  palacio. Nos enseñan a temer la soledad, y nos dicen que sin amor no somos nada: no es de extrañar que dependemos demasiado del amor, pues aprendemos de pequeñas a que es lo único que importa en la vida. 

El amor nos promete la salvación y se presenta como la solución a todos los problemas: el mito romántico de la transformación nos seduce con la idea de que si encontramos a la media naranja, nuestra vida va a cambiar a mejor. Como si el amor pudiese por si solo llegar a tu vida y hacerte feliz. En este proceso mágico, lo que aprendemos es que nosotras no tenemos que responsabilizarnos de nuestro bienestar, porque ya vendrá el príncipe azul a hacerse responsable. Solo tenemos que ser pacientes y esperar, mantenernos bellas y esperar, y nuestras vidas cambiarán como en los cuentos de hadas. 


La dependencia emocional, entonces, se aprende a través de la socialización y la cultura, y se fortalece con la dependencia económica, los miedos e inseguridades personales, y la soledad. Cuanto más solas estemos, más necesitaremos una pareja. Y esa necesidad tiene sus peligros, por ejemplo, elegir un compañero que no sea una buena persona o con la que sea imposible construir una relación amorosa sana y equilibrada. O permanecer años en una relación que no te hace feliz. O auto engañarnos pensando que en algún momento nuestro amado cambiará, mejorará, o volverá a amarnos como al principio. O vivir con un miedo permanente a que nos dejen, o con unos celos arrasadores que nos amarguen la vida, o perder la personalidad propia para agradar a la otra persona, o aguantar situaciones de malos tratos por miedo a quedarnos solas.
  
La dependencia emocional es una mezcla potente de muchos miedos: miedo al compromiso, miedo a enamorarnos, miedo a la traición, miedo a no encontrar pareja, miedo a que nos dejen de querer: uno de los mayores terrores que nos habitan es el miedo a la soledad. En casi todas las películas, las protagonistas están solas. No tienen redes de afecto a su alrededor que las ayuden, por eso necesitan príncipes azules. Nunca aparecen con sus madres, hermanas, abuelas, tías, primas, amigas, vecinas…. El aislamiento las hace más vulnerables y más necesitadas de amor, porque su felicidad depende de una sola persona.

El miedo a la soledad nos lleva, en ocasiones, a apresurarnos a la hora de elegir una buena pareja. Es demasiado doloroso enamorarse de alguien y darse cuenta de que no lo conocíamos con profundidad, que nos equivocamos, o que nos engañó. Es fundamental que conozcamos bien a la persona, y tomarnos un tiempo para poder analizar si la relación que vamos a iniciar merece la pena, si la persona que nos gusta tanto realmente es tan maravillosa, si el balance de virtudes y defectos te compensa.

Algunas de mis herramientas son: avanzar despacio en la relaciones, darle más importancia a los comportamientos que a las palabras bonitas que nos decimos en pleno éxtasis, observar y reflexionar si es una buena persona en la que puedes confiar y con la que puedes construir una relación bonita.

Otra de las claves de la dependencia emocional es la incapacidad para dejar el pasado atrás, y la carga de traumas y carencias que arrastramos desde la infancia. No es fácil, pues algunas de nosotras tenemos que trabajar en ello durante muchos años, o toda la vida, para poder hacer borrón y cuenta nueva. No podemos pedirle al amado que nos cure, o que asuma nuestros problemas o carencias, o que nos proteja de los dolores y los miedos que nos habitan por dentro. El  trabajo tenemos que hacerlo nosotras mismas, el camino hacia la sanación o la superación es nuestra responsabilidad, y tenemos que emprenderlo con alegría, con fuerza, con ganas de liberarnos de todas las cargas del pasado para caminar con ligereza por nuestro presente.

Para evitar la dependencia, es importante también construir relaciones equilibradas, y horizontales. En las relaciones de dependencia, tendemos a situar a la otra persona en un pedestal y a sentirnos inferiores a ella. Somos capaces de sacrificarnos por el otro, tratar de agradarle continuamente,  aguantar ciertas situaciones dolorosas, comportarnos con sumisión ante cualquier conflicto. Somos capaces, también, de asumir toda la carga doméstica, de crianza y educación para liberar al otro de sus responsabilidades, sin preocuparos por nuestra salud  y nuestra necesidad de descanso. Somos capaces de renunciar una y otra vez, de ceder siempre o casi siempre, de darle todo el  poder a la otra persona para que permanezca junto a nosotras, para que no haya problemas, para que establezca las reglas del juego amoroso.

Y ahí entonces nos damos cuenta, de pronto, de que al enamorarnos perdemos parte de nuestra personalidad. Descubrimos que no nos mostramos tal y como somos, aunque se hayan enamorado de nosotras. Al empequeñecernos y  perder la independencia, perdemos atractivo, aunque lo hacemos pensando que así puede que nos amen más. Al entrar en la estructura de la dependencia nos transformamos en seres débiles, infantilizadas, victimas y victimistas que mendigan amor y atención. Cuando perdemos toda nuestra autonomía para que nos quieran más, estamos cayendo en una trampa:, pues anularnos como personas no nos hace más sexys, sino más aburridas y predecibles: la gente normalmente se enamora de personas alegres, activas, con iniciativa, con energía vital para moverse por el mundo.

La dependencia emocional nos lleva a sentirnos siempre poco merecedoras del amor, por eso surgen los celos y el afán de posesión. Cuanto más inseguras estamos y más complejos tenemos, más necesidad de control tenemos sobre la otra persona. Cuanto más miedo nos posee, más necesidad de aceptación y reconocimiento continuo sentimos. A veces ocurre que nos cuesta creer que alguien quiera permanecer a nuestro lado, a veces nos prohibimos el derecho a disfrutar del amor. 
Por miedo a no que nos dejen de querer, no podemos ni disfrutar de que nos quieran en el presente.

El amor solo tiene sentido, creo, si nos liberamos de los miedos, y amamos desde la libertad. Un amor que no está basado en la dependencia es aquel en el que podemos querer sin perder nuestra personalidad, sin renunciar a nuestra autonomía, sin establecer relaciones de dominación y sumisión con la otra persona. Para poder querer desde la generosidad, el respeto, el cuidado mutuo y el amor profundo tenemos que querernos a nosotras mismas, lo que supone también aceptarnos y trabajar para mejorar lo que no nos gusta de nosotras.

Practicar la autocrítica amorosa y el auto-reconocimiento consiste en analizarnos con cariño para conocernos mejor a nosotras mismas, identificar lo que querríamos cambiar para sufrir menos y disfrutar más. Conocernos mejor nos dará herramientas para liberarnos de los miedos que nos hacen personas dependientes, para conectarnos con nosotras mismas con mucho amor del bueno, para aprender a relacionarnos desde la libertad y no desde la necesidad, para aprender a disfrutar de la soledad y de la compañía, para disfrutar de la vida, tengamos o no pareja.  



Otras claves para superar la dependencia emocional:

-Ser tú misma. La gente se enamora de ti, por lo tanto es fundamental que sigas siempre siendo tú. Además, independientemente de que te amen o no, sigues siendo siempre una bella persona y hay mucha gente que te aprecia y te quiere.

- Amar como adultas: tenemos que aceptar y cultivar nuestra autonomía, no delegar responsabilidades propias, no esperar que los demás nos cambien o nos mejoren la vida.   Aprender, en fin, a querernos, a tomar decisiones sin miedo, a respetar los pactos con una misma, a tomar la iniciativa, a equivocarnos, a volverlo a intentar.

- Construye tu relación amorosa con el mismo amor que construirías tu casa si pudieras. Elige un buen compañero, establece unos pactos para la convivencia y el reparto igualitario de tareas y roles, y que las bases de vuestra relación sean siempre el respeto, la igualdad, el equilibrio, y el cuidado mutuo. 

-Hazte de vez en cuando estas preguntas: ¿soy feliz en mi relación?, ¿tengo mis espacios y tiempos propios?, ¿cómo resuelvo los problemas con  mi pareja?, ¿estoy acostumbrada a tomar decisiones, o a que mi pareja las tome por mi?, ¿me siento querida?, ¿el intercambio de cuidados y cariño es equilibrado o está descompensado?, y  ¿qué podría hacer para mejorar, cambiar la situación o salir de ella?.

-Atrévete a romper: deja atrás el pasado, acepta las pérdidas, y explora las nuevas etapas que se abren en tu vida. Atrévete a tomar decisiones, y no tengas miedo a los cambios. Solo dejando atrás lo antiguo podremos abrir las puertas y las ventanas hacia lo nuevo, lo que está por venir.

-Aceptar las pérdidas: la gente nos acompaña en el camino de la vida, a veces durante años, a veces menos tiempo, pero nadie recorre con nosotras completamente todo nuestro paso por este mundo. Así pues, aunque es doloroso, es importante seguir caminando, bien sola, o bien acompañada.

- Mejor sola que mal acompañada: cuando estás en una relación de dependencia te resulta muy difícil pensar que podrías enamorarte de nuevo y encontrar un compañero estupendo, o te cuesta imaginarte sola y feliz. Sin embargo, las relaciones amorosas son para ser disfrutadas, y si estás sufriendo, mejor acabar una relación dañina que permanecer en ella durante años. 

-Pregúntate de vez en cuando, también: ¿Cómo se sentiría tu pareja si lograses aumentar tu autoestima y empoderarte?,¿ si dedicases más tiempo a cultivar tus aficiones, o a cuidar a tu gente querida?, ¿cuál sería su reacción si empezases a decir lo que opinas y sientes sin miedo?, ¿crees que tu pareja sería feliz si te viese feliz, trabajando tu autonomía para no depender tanto de él?, ¿crees que podrías compartir ese proceso con tu pareja, que te respetaría y te animaría a ser independiente?.

- Llena tu vida  de gente, de aficiones y pasiones personales. Aprende a disfrutar de tu soledad, y de la compañía. Conoce gente nueva, cuida a la gente de siempre. Diversifica afectos y únete a grupos de personas que se juntan para aprender, para compartir aficiones o pasiones, para construir, para celebrar la vida.

-Desintoxicación emocional: de vez en cuando es bueno estar sin pareja, y tomarse vacaciones sentimentales. Piensa en la cantidad de tiempo y energías que se nos van en las relaciones: estos descansos  te vendrán bien para reorganizar tus pensamientos, para estar un tiempo tranquila, o para llevar a cabo grandes proyectos…  utiliza tu energía amorosa para hacer más felices a los demás o a ti misma.

Coral Herrera








Este artículo fue publicado originalmente en la revista Mente Sana
nov-dic 2014, editorial RBA Editores (España).




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